lunes, 30 de abril de 2012

ELISABETH KENNY: ENFERMERA AUSTRALIANA


La enfermera australiana Elisabeth nace el 20 de septiembre de 1880 y fallece el 20 de noviembre de 1952, es reconocida por su tratamiento novedoso de la poliomielitis. Desarrolló sus propios procedimientos clínicos para esta enfermedad entre 1928 y 1940, bastante antes de que la vacuna desarrollada por Jonas Salk fuera probada y usada para prevenir la polio. Es conocida como “Hermana Kenny” o “Sister Kenny”.



FOTO 001 Elisabeth Kenny

ELIZABETH KENNY: LA INSPIRACIÓN DE CUIDAR
Este magnífico trabajo es obra de estas dos famosas enfermeras: Mª Luz Fernández Fernández, Diplomada en Enfermería. Licenciada en Historia. Máster Interuniversitario de Historia Contemporánea. Profesora E.U.E. “Casa de Salud Valdecilla”. Universidad de Cantabria. Y Raquel López Maza, Diplomada en Enfermería. Máster de Investigación en Cuidados de Enfermería. Enfermera del Servicio de Documentación del Hospital Sierrallana. Servicio Cántabro de Salud. Torrelavega. Cantabria. Profesora Asociada del Departamento de Enfermería de la E.U.E. “Casa de Salud Valdecilla”. Universidad de Cantabria.

INTRODUCCIÓN
La figura de Elizabeth Kenny es sobradamente conocida en el campo de la Medicina Rehabilitadora, fundamentalmente, en los trabajos centrados en el estudio de la Poliomielitis, ya que los procedimientos empleados por Kenny en el tratamiento de los síntomas de esta enfermedad chocaron frontalmente con la ortodoxia médica, aunque gracias a su tesón y empeño, además de los excelentes resultados que esta enfermera obtenía de su aplicación, serían finalmente aceptados por la comunidad científica médica.


FOTO 002 Raquel López Maza y Mª Luz Fernández Fernández

A pesar de este reconocimiento, no deja de ser sorprendente que apenas existan estudios que hayan explorado su actuación desde la óptica de la Enfermería. Después de todo, fueron la observación constante, su fuerza y determinación en la eficacia de su método, lo que contribuyó a mejorar los síntomas de la Poliomielitis, la aplicación del mismo en la fase aguda, disminuía el dolor y la rigidez muscular, lo que unido a la reeducación de los músculos, permitió que muchos niños volvieran a caminar.

El trabajo de Sister Kenny tuvo especial relevancia por dirigirse principalmente a la población infantil, que sin duda fue la más afectada por la enfermedad. Desde su condición como enfermera en el área rural, no sólo tuvo que dirigir los cuidados a los pacientes, sino también, ayudar a las familias a superar la angustia y la desesperación de ver a sus hijos bajo el riesgo de morir o quedar paralíticos.

Las mayores dificultades con las que se enfrentó Kenny fueron las críticas y el rechazo de la clase médica que no estaba dispuesta aceptar que una enfermera se saltara los cánones que aplicaba la Medicina tradicional. Sin duda, para los médicos de la época, Kenny se había introducido en un terreno que no la correspondía ya que como enfermera, debía trabajar siempre bajo las órdenes médicas, y desde luego, la estaba vedado tener independencia en su trabajo, y mucho menos pensamiento propio.

El empleo de su método puso de manifiesto la importancia de la Enfermería, cuyo fin principal, era aliviar los síntomas que observaba en los niños que padecían Polio y tratar de mejorarlos. A lo largo de este trabajo trataremos de analizar la trascendencia del trabajo de Kenny en la proyección del cuidado enfermero.

BREVE DESCRIPCIÓN DE LA HISTORIA DE LA POLIOMIELITIS
Puesto que la trascendencia de la figura de Kenny estuvo ligada a la Poliomielitis, trataremos de exponer brevemente cuales fueron las circunstancias históricas en las que se desarrolló esta enfermedad.

La conocida popularmente como Parálisis Infantil por afectar principalmente a este sector de la población, fue una de las principales epidemias del siglo XX, manifestándose esencialmente por presentar síntomas de rigidez muscular y dolor. La Poliomielitis es una enfermedad que se conoce desde la Antigüedad, situándose las primeras referencias en Egipto, hacia el año 3700 a.C., aunque los primeros brotes epidémicos surgieron a finales del siglo XIX en el norte de Europa, Norteamérica y Australia, afectando tanto a la población infantil como a los adultos. La primera referencia a la Poliomielitis como epidemia aparece en un informe del anatomista y cirujano inglés Charles Bell en 1836, quién años antes, en 1821, había demostrado que las lesiones del séptimo nervio craneal producían parálisis facial.


FOTO 003 Elisabeth Kenny, enseñando sus teorías

Bell, describió en su informe los hechos que acontecieron en un lugar aislado de la isla de Santa Elena donde habían aparecido una serie de casos de niños con parálisis y especificaba que merecía la pena examinar esta situación. Sin embargo, el carácter epidémico de esta enfermedad no se tendría en cuenta hasta 1868 cuando aparecieron una serie de casos en Noruega y pequeños brotes en distintos países de la geografía mundial.

La naturaleza infecciosa de la enfermedad sería descrita por Landsteiner y Popper en 1908, tras inocular en monos el tejido del sistema nervioso central de un paciente fallecido por esta afección. A pesar de los distintos avances con respecto a la clínica y tratamiento de los síntomas de la enfermedad, los conocimientos sobre el virus de la Poliomielitis en 1941 eran aún escasos. El aumento de casos en los años posteriores fue determinante para que en 1953 la OMS expondría la amenaza que esta enfermedad suponía para la humanidad. Esta situación, daría un giro transcendental, cuando el virólogo estadounidense Jonas Salk, descubrió la primera vacuna en 1955 utilizando virus vivos y que administraba en tres dosis por vía intramuscular. Posteriormente, en 1957, sería sustituida por  la nueva vacuna descubierta por Albert Sabin a partir de virus vivos atenuados y por vía oral que resultó más eficaz, ya que proporcionaba una inmunidad mucho más rápida que la de Salk.

El primer caso epidémico de poliomielitis en nuestro país data de 1896 en Valls, provincia de Tarragona, y no se tendrían nuevas referencias hasta 1916, año en el que aparecieron numerosos casos, aunque la tasa más alta de morbilidad de esta epidemia en España se sitúa entre los años 1949 y 1963, con especial incidencia en 1959.

Es importante reflejar, que mientras en los demás países en la década de los cincuenta, y gracias a la vacunación, el número de afectados iba disminuyendo, las circunstancias políticas de nuestro país retrasaron el inicio de la vacunación hasta finales de 1963, declarándose los últimos casos de poliomielitis en 1989.

En la actualidad, el Informe de la OMS del 2010, según los datos obtenidos del 2009, se registraron un total de 1.595 casos de Polio en veintitrés países, de los que 1.247 corresponden a los países de Afganistán, India, Nigeria y Pakistán; 142, se sitúan en países en los que el virus se ha vuelto a establecer, caso de Angola, Chad, República Democrática del Congo y Sudán, y los 206 casos restantes están repartidos en países de la parte occidental, central y cuerno de África.

ELIZABETH KENNY
Nacida en 1880 en Australia, concretamente en Warialda, Nueva Gales del Sur, recibió una limitada educación debido a los continuos cambios de lugar de residencia, ante la insatisfacción laboral de su padre.

Un acontecimiento acaecido en su infancia, cuando a la edad de 10 años se fracturó una muñeca al caerse de un caballo, marcaría su futuro posterior, ya que este hecho la permitiría conocer al Dr. McDonnell´s, un cirujano que sería trascendental en la vida de Kenny, y cuya amistad duraría hasta la muerte de éste. Esta circunstancia, unida a la delicada salud de su hermano Bill, a quién Elizabeth le practicaba ejercicios para ayudarle a desarrollar su sistema muscular, la llevaron a interesarse por los libros de Anatomía Humana que le eran proporcionados por su amigo McDonnell´s, quién ante este interés la sugeriría que estudiara Enfermería.

A pesar de que no existe ningún documento que acredite la formación formal de Kenny como enfermera, se sabe que trabajó como voluntaria en la pequeña maternidad de Guyra, Nueva Gales del Sur, y que a los 23 años se estableció como “bush nurse”, enfermera de granjas, lo que podría entenderse como enfermera rural.


FOTO 004 Elisabeth Kenny. Su fundación

Para comprender las circunstancias en las que se desarrolló el trabajo de Kenny como enfermera sin una formación reglada, es importante tener en cuenta algunos aspectos. Las características geográficas y demográficas de Australia a principios del siglo XX, configuradas por grandes extensiones de terreno, con poblaciones muy distantes, y de difícil acceso ponía de manifiesto las dificultades de la población rural en cuanto a atención sanitaria se refiere. Así, todos reclamaban a la enfermera Kenny, quién cubriría largas distancias a caballo para atender las necesidades de una población que carecía de atención médica, por lo que su labor resultó esencial.

Por otra parte, es esencial tener en cuenta, que el desarrollo de la Enfermería en Australia como profesión no fue un camino fácil, sino todo lo contrario. Los inicios del mismo se atribuyen a la enfermera inglesa Lucy Osburn, formada en la Escuela de Enfermería del Hospital de Santo Tomás en Londres, fundada por Florence Nightingale en 1860. Osburn, llegaría a Australia en 1868 junto con cinco enfermeras para implantar en este país el modelo de formación enfermera instituido por Nightingale en Inglaterra. En el período comprendido entre 1868 y 1884, se formarían ciento cincuenta y tres enfermeras bajo la influencia de este modelo constituyendo así, el primer núcleo seglar de la Enfermería australiana.

Como exponíamos con anterioridad, Osburn debió sortear numerosas dificultades para dignificar el trabajo de las mujeres y establecer una enfermería debidamente formada, de hecho, se la considera como la pionera en el empleo de las mujeres en un servicio público. Antes de su llegada, las labores de enfermera habían estado en manos de mujeres de dudosa reputación, que en muchos casos utilizaban este servicio para redimir su condena. Estos hechos, unidos a la oposición de algunos médicos que denominaban y consideraban a las enfermeras como “sirvientas”, dificultaron durante largos años la institucionalización de la enfermería como profesión, aunque Lucy Osburn acabaría demostrando la necesidad de una Enfermería entrenada y disciplinada.

Aunque no sería hasta la participación de las enfermeras y su labor esencial en los conflictos bélicos mundiales cuando se reconociera su contribución y necesidad para la sociedad, y por tanto, su papel imprescindible en los cuidados de salud de la población.

Todo lo descrito anteriormente nos ayuda a comprender las condiciones en las que trabajó la enfermera Kenny en el área rural, y sería precisamente en este contexto cuando tendría el primer contacto con la Poliomielitis, cuando en 1911, debió acudir a la llamada de una familia que solicitó sus servicios ante la situación de una niña que presentaba rigidez y dolor muscular que se intensificaba al tocarla. Kenny estaba desconcertada ante la situación, por lo que decidió telegrafiar al Dr. McDonell´s, explicándole los síntomas que observó en la niña. La respuesta fue muy concreta, se trataba de Parálisis Infantil, pero no se conocía el tratamiento, la recomendación de su amigo el doctor fue que tratara de aliviar los síntomas según fuesen apareciendo.

Elizabeht, comenzó a observar y analizar a la niña, para tratar de aliviar el intenso dolor que padecía, recordaría entonces los conocimientos que había adquirido sobre anatomía y comenzó a aplicar sal caliente y cataplasmas de linaza observando que aunque no se aliviaba el dolor, si respondía al calor. Entonces, decidió envolverla con tiras de una manta de lana después de meterla en agua hirviendo y haberla escurrido, días después, el dolor había desaparecido. Sin embargo, la niña era incapaz de levantarse y mover las piernas a pasar de intentarlo, Kenny volvería a observar los músculos de la pierna, y finalmente se daría cuenta de que aunque no se apreciaba ninguna lesión a simple vista, la niña había olvidado cómo moverlos. Comenzaría entonces a practicarla los ejercicios pasivos con el fin de reeducar los músculos, lo que permitiría la recuperación total de la niña que volvería a caminar sin ninguna secuela.

Así, surgiría el método Kenny quién atribuiría las causas de esta enfermedad a tres fenómenos: el espasmo, refiriéndose a la tirantez de los músculos; la incoordinación muscular y la enajenación mental.

A partir de este caso y ante los buenos resultados obtenidos Kenny, aplicaría su método en otros niños con Parálisis Infantil pero sus tratamientos chocarían con los que utilizaba la medicina tradicional basados en el reposo absoluto y la inmovilización, con lamentables consecuencias para muchos de ellos que tendrían grandes dificultades para volver a caminar. Sin embargo, la clase médica, excepto su amigo McDonell´s, no estaba dispuesta a aceptar que una enfermera les diera lecciones y mucho menos que les cuestionara; puesto que consideraban que sus aportaciones carecían de todo rigor científico.

Elizabeth continuaría trabajando a pesar de la continua oposición médica y abriría en 1913 un pequeño hospital que vendería dos años después para incorporarse al Cuerpo del Enfermería de la Armada Australiana, tras el estallido de la I Guerra Mundial. Para poder incorporarse a filas fue necesario un informe de su amigo McDonell´s, en el que reconocía por escrito su capacidad y valía como enfermera. En 1916 se le concedería el nombre “Sister”, que equivalía a primer teniente del ejército, desarrollando su trabajo como jefa de enfermeras de los hospitales Británicos.


FOTO 005 Elisabeth Kenny. Sus películas

Una vez concluida la Guerra, en 1919, Kenny continuaría trabajando con los niños de Polio, sin embargo, la falta de respaldo de su método por los médicos la impedía tratar los casos agudos, por lo que se ocupó de los crónicos y los que eran rechazados por la medicina. El gran apoyo del público al método Kenny no pasaría desapercibido para las autoridades sanitarias y en 1938 a petición de ésta, se realizaría un estudio en el que contrastarían su método, con el ortodoxo empleado por la medicina tradicional. Los resultados dejaron patente la eficacia del primero, pero los médicos no lo aceptarían acusándola de malgastar el dinero y obtener beneficios políticos.

Esta continua falta de apoyos, y tras la muerte de su gran amigo el Dr. McDonell´s, la hizo tomar la decisión de trasladarse a América para poder trabajar con su método en los pacientes afectados de Poliomielitis. Para dar a conocer su método impartió numerosas conferencias por todo el país, como las que tuvieron lugar en diferentes sedes de la prestigiosa American Medical Association, pero a pesar de todos sus esfuerzos, el colectivo médico se le seguía resistiendo. Por fin, los Drs. John Pohl, Miland Knapp, and Wallace Cole, comenzaron a creer y mostrar interés en su método invitándola a quedarse en Minneapolis para realizar un estudio y análisis más profundo del mismo. Años más tarde, ambos doctores publicarían en la revista, Journal of the American Medical Association los beneficios que habían observado en los pacientes a los que se les aplicó el método Kenny. En 1941 la National Foundation for Infantile Paralysis y la American Medical Association recomendarían públicamente el método Kenny frente a los tratamientos ortodoxos que aplicaba la medicina.

Kenny, que ya contaba con la aprobación del colectivo médico, prosiguió su interés en impulsar y dar a conocer su método, mientras aumentaban las investigaciones científicas para validar los conceptos propuestos por ella de espasmo, incoordinación muscular y enajenación mental. A la par surgirían otros estudios que cuestionarían a Kenny acusándola de falsificar los resultados obtenidos de su trabajo asegurando que las comparaciones entre los pacientes que recuperaban su movilidad, frente quienes les quedaban secuelas, no eran válidas, ya que los resultados dependían de la virulencia de la enfermedad.

En 1943 se constituiría el Instituto Elizabeth Kenny en Minneapolis (Minnesota), que sería pionero en la utilización de su método y en la rehabilitación muscular, con la intención además de formar nuevos profesionales que siguieran sus pasos en el tratamiento de la Parálisis Infantil. En la actualidad, se caracteriza por ser uno de los Centros más progresistas e innovadores en el campo de la Rehabilitación.

 

FOTO 006 Elisabeth Kenny y sus niños

La publicación del libro escrito por el ortopedista Dr. Pohl con la colaboración de Kenny, y la de sus Memorias en 1943, junto con  Martha Ostenso, contribuirían al afianzamiento de su método. A esto hay que añadir el rodaje de una película autobiográfica en 1946, “Sister Kenny”, conocida también bajo el titulo de “Amor sublime”, en la que la actriz Rosalind Russell, intima amiga de Kenny, conseguiría realizar un magnífico papel que la valdría el Globo de Oro y la nominación para los Oscar. Todo ello, aumentaría su popularidad llegando a ser la mujer más admirada de EEUU después de Eleanor Roosevelt.

A pesar del éxito, la controversia seguía latente, fundamentalmente por el carácter de Kenny, con una personalidad fuerte y con una determinación a veces exagerada, lo que la generó numerosos comentarios, como el de una enfermera que había observado su trabajo y expondría su mala educación y su ego excesivo, algo que sin duda no la favorecía en su relación con los médicos.


En 1950, decide regresar a su país, Australia, y un año después contraería la enfermedad de Parkinson, falleciendo el 30 de noviembre de 1952 tras sufrir un accidente cerebro - vascular.


FOTO 007 Fotogramas de la película “Sister Kenny”

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Es indudable el gran papel desempeñado por Elizabeth Kenny, considerada como una excelente clínica y dotada con las habilidades de una experta observadora, cualidades imprescindibles en una buena enfermera y que ya habían sido remarcadas por Florence Nightingale.

Nunca tuvo miedo a mostrar sus opiniones de manera abierta e independiente, lo que sin duda la granjearía muchos conflictos con el colectivo médico acostumbrado a imponer su criterio y dejar claro a las enfermeras que ellas estaban bajo su mando.

En un Obituario publicado en la British Medical Journal de 1952, se recogía: “Si se hubiese contentado con hablar sobre el tratamiento sin embarcarse en especulaciones sobre la patología, y ella hubiera sido un poco más amable y tolerante ella podría haber sido considerada como la Florence Nightingale de Ortopedia o al menos, de aquella parte relativa a la Poliomielitis”. (Seddon, 1952)

Sin embargo y pese a todo, los pasos dados por “Sister Kenny” trascendieron en su aplicación exclusiva de la poliomelitis, y se comenzaron a aplicar a los heridos de guerra de la segunda guerra mundial y continúan vigentes hoy en día. Pese a ser autodidacta, creó escuela y en 1943 fue reconocida académicamente siendo nombrada Doctora en Ciencias por la Universidad de Rochester y Doctora en Humanidades por la Universidad de Nueva York.

Pero historia también invita a la reflexión. Ha quedado patente su espíritu investigador y emprendedor, imprescindible para alcanzar las cotas que se han descrito, pero ¿podría hacerlo hoy?. Estamos inmersos en un paradigma basado en la evidencia científica, es decir, el entorno sanitario nos empuja a prestar los mejores cuidados disponibles según el conocimiento científico actual. Los cuidados basados en la evidencia o la medicina basada en la evidencia constituyen la columna vertebral del sistema sanitario, y si aplicáramos el mismo precepto a la época, la evidencia científica de comienzos del siglo XX era opuesta a los planteamientos propuestos por Elisabeth Kenny. Es más, si el conocimiento científico de la época determinaba que el tratamiento idóneo era la inmovilización, habría que preguntarse si hubiera recibido autorización de un comité bioético para realizar las prácticas que propugnaba, revolucionarias y escandalosas para su tiempo, por un triple motivo: porque eran contradictorias a la práctica médica habitual, porque las proponía una persona sin formación académica y que además era mujer.

Así que, esta historia también nos invita a pensar sobre las limitaciones que la utilización exclusiva de la evidencia científica suponen para el desarrollo de nuevas vías de investigación e innovación en las ciencias de la salud, caminos o fórmulas imaginativas diferentes a las líneas actuales de investigación. Y todo eso sin olvidar las limitaciones éticas que debe guardar toda persona que investigue para evitar cualquier práctica lesiva, porque no debemos olvidar la utilización perversa de la investigación experimental del científico nazi Josef Mengele y su equipo, o los atroces efectos de un presuntamente bondadoso fármaco como la talidomida.

Esta mujer, que se forjó a sí misma, emprendedora y combativa no toleraba muy bien las opiniones diferentes a la suya pero mostraba a la vez, una gran compasión, volcándose en el cuidado de sus niños, trasmitiéndoles alegría y haciéndoles partícipes de su cuidado.

¿Cuántas enfermeras más habrán contribuido a mejorar la salud de la humanidad?, los ejemplos de Mary Seacole y Elizabeth Kenny, son una clara muestra de las dificultades de la Enfermería para hacerse visible. El reto de quienes nos dedicamos a la Historia de la Enfermería, es rescatar del anonimato a todas aquellas enfermeras que por su propia condición, no han recibido la importancia que se merecían.

El ejemplo de Kenny debe servirnos para reflexionar sobre nuestra propia actividad en la actualidad, y ser conscientes de la importancia del papel de la Enfermería en la sociedad, con determinación, y seguridad, luchando por aquello en lo que creemos, aún cuando sigamos encontrando barreras que impiden el desarrollo efectivo de nuestra profesión.

El programa La rosa de los vientos, dentro de su espacio “mujeres con historia” recoge ampliamente la historia de nuestra protagonista Elizabeth Kenny y está disponible en este link:


 

FOTO 008 Las autoras en el Congreso de Alicante, noviembre 2011

BIBLIOGRAFÍA
Águila, A.M. (2000). El debate médico en torno a la rehabilitación en España (1949-1969). Tesis Doctoral presentada en la Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Medicina. Departamento de Medicina Física y Rehabilitación. Hidrología Médica. 246-366.
Ferren, K. (2001). Trumpets of Attack: Collaborative Efforts Between Nursing and Philanthropies to Care for the Child Crippled with Polio 1930 to 1959. Public Health Nursing. 18 (4), 253-261.
Godden, J. (2008). Hospitals. Sydney Journal 1 (2), 1-10. Disponible en: http://epress.lib.uts.edu.au/ojs/index.php/sydneyjournal/index
Godden, J.; Helmstadter (2009). Conflict and costs when reforming nursing: the introduction of Nightingale nursing in Australia and Canada. Journal of Clinical Nursing 18, 2692-2699.
Kenny, E. (1943). Kenny Treatment of Poliomielytis. British Medical Journal 15 May, 615-616.
MacKenzie, J. (2002). The Saskatchewan Response to Poliomyelitis. Prepared for Winning the Prairie Gamble Saskatchewan Western Development Museum.
Paul J.R. (1956). Epidemiología de la Poliomielitis. Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana. 521-536.
Riedesel, S. (1997). Sister Elizabeth Kenny, an Australian nurse  and treatment of poliomyelitis victims. [versión electrónica] Journal of Nursing Scholarship 29(1), 83-87.
Seddon, H.J. (1952). Sister Kenny. Obituary. British Medical Journal 6 Dec, 1262-1263.
Sedonn, H.J. (1952). Sister Kenny.  British Medical Journal 12 Abril, 802-803.
Suiza. Organización Mundial de la Salud (OMS) (2010). 63ª Asamblea Mundial de la Salud. Poliomielitis: mecanismo de gestión de los riesgos potenciales para la erradicación. Ginebra. Documento A63/27. 2-6.
Toledo, J.V. (2008). La aportación de Elizabeth Kenny y su influencia en el tratamiento físico de la poliomielitis en España (1900-1970). La experiencia de enfermar en perspectiva histórica: Congreso de la Sociedad Española de Historia de la Medicina XIV. 453-457.

AUTORES - COLABORADORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores

Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP

Manuel Solórzano Sánchez

Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP


martes, 24 de abril de 2012

AYER Y HOY DE LA ENFERMERÍA EN LA RIOJA


El presidente de La Rioja Pedro Sanz ha asistido a la inauguración de la exposición “Ayer y hoy de la enfermería en La Rioja” en el Centro Cultural Caja Rioja-La Merced. También han acudido el consejero de Salud y Servicios Sociales José Ignacio Nieto, y el presidente del Colegio Oficial de Enfermería de La Rioja, Pedro Vidal Hernández.


FOTO 001 Pedro Vidal Hernández. Presidente del Colegio de Enfermería de La Rioja

La exposición, que puede visitarse hasta el 29 de mayo, repasa la historia de la enfermería, desde sus orígenes, cuando los enfermeros se denominaban enfermeros, matronas o practicantes, hasta la actualidad.

En las vitrinas se exponen objetos singulares, como todo el instrumental antiguo que utilizaban las matronas en los partos, hasta los objetos que se usaban para los enfermos de tuberculosis, por ejemplo, ventosas, una báscula de precisión de 1910 o agujas de sutura.

También se muestra una colección de sellos o monedas vinculados con la enfermería, varias muñecas enfermeras y una serie de uniformes que dan cuenta de cómo ha evolucionado la profesión a lo largo de los siglos.

La exposición, organizada por el Colegio Oficial de Enfermería de La Rioja, puede visitarse hasta el 29 de mayo, de lunes a sábado, de 18:00 a 21:00 horas en el Centro Cultural Caja Rioja-La Merced.

Todo ello ha sido posible a la entrega y buena organización del Presidente del Colegio Pedro Vidal, que la ha estado preparando desde hace más de un año.

FOTO 002 Material expuesto

En los siguientes enlaces podéis ver en fotos esta magnífica exposición que nos hace un recorrido por una buena parte de nuestra Historia Enfermera.

Ayer y Hoy de la Enfermería en la Rioja. Fotos de la exposición

Los ENFERMEROS Y ENFERMERAS actuales procedemos de la unión de tres profesiones ya centenarias, Practicantes, Matronas y Enfermeras, fusionadas en 1953 en el título de Ayudante Técnico Sanitario (A.T.S.).

Posteriormente, en 1977 pasamos a ser Diplomados Universitarios en Enfermería (D.U.E.) y al día de hoy nuestro título es el de Graduados en Enfermería.

Describir precisamente los orígenes de la enfermería no es tarea sencilla. La actividad de cuidar, patrimonio de nuestra profesión, es algo inherente a la propia supervivencia de la especie, que en cada momento se ha adaptado y desarrollado según las necesidades sociales de cada época a lo largo de la historia humana.

Con esta exposición, pretendemos hacer un breve recorrido por la historia del arte de cuidar enfermos, por la de la aplicación de técnicas concretas que tradicionalmente han sido denominadas de cirugía menor y por el singular papel desempeñado por las matronas, sin olvidarnos de las personas que durante siglos prestaron cuidados a sus semejantes.

FOTO 003 Agradecimientos

AGRADECIMIENTOS
Instituciones
Consejería de Salud de La Rioja, Mutua Universal y Residencia El Sol por su colaboración en el reportaje fotográfico.
Ilustre Colegio Oficial de Diplomados en Enfermería de Cádiz por la cesión de carteles de historia de la enfermería.
Ilustre Colegio Oficial de Diplomados en Enfermería de Murcia y León por la cesión de uniformes de enfermeras del mundo.
Ilustre Colegio Oficial de Diplomados en Enfermería de La Rioja.
Fundación José Llopis, Museo Histórico de la Enfermería, Alicante.
Fundación Sergio Juan, GNEAUPP, por la cesión de su colección de libros.

Particulares
A todos los colegiados del Colegio de Enfermería de La Rioja y personal del mismo, que han hecho posible este evento y en especial a aquellos que han aportado objetos, fotografías, títulos, diseño de recortables, etc. así como a los que nos han permitido contemplar su trabajo diario a través del reportaje fotográfico y sobre todo a su presidente Pedro Vidal Hernández y a toda la Junta Directiva del Colegio profesional.

Mención especial merecen Carolina Heras y Javier Arroniz que se han prestado a ser la cara visible de la exposición.

A los enfermeros de otras comunidades que desinteresadamente nos han cedido sus colecciones:
Koldo Santiesteban (Vizcaya), libros, carteles, objetos y muñecas enfermeras.
Charo Uliarte (Vizcaya), sellos.
José Eugenio Guerra (Sevilla), monedas.
Manuel Solórzano (Guipúzcoa), imágenes.

FOTO 004 Cartel anunciador en las paradas de los autobuses de La Rioja

AUTOR
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP

jueves, 19 de abril de 2012

La Orden de San Juan de Dios y el Hospital de San Felipe y Santiago

Resumen

Para la confección de este trabajo revisamos numerosas bibliografía en la Biblioteca Nacional, Museo Carlos J Finlay, Oficina del historiador de Salud Publica, y Biblioteca del Arzobispado de la Habana, donde se encuentra la historia de este centenario hospital, además buscamos en el Archivo Nacional documentos tales como Cédulas Reales donde se menciona algún dato importante de este hospital y visitamos la Iglesia de Santo Ángel Custodio para obtener el certificado de Defunción del último prior de ese hospital, con estos datos hicimos una cronología donde se refleja la vida hospitalaria de estos Hermanos de la Orden de San Juan de Dios, en el Hospital de San Felipe y Santiago.

Palabras clave: Cuidados de enfermería. Humanismo. Consagración.


FOTO 001 Eduarda Ancheta Niebla, Enfermera


AUTORA: Licenciada Eduarda Ancheta Niebla. Profesor Auxiliar. Miembro Titular de la SOCUENF. Miembro de la Sociedad Historia de la Medicina. Miembro de la Asociación Medica Caribeña. Miembro de la sección de historiadores de la SOCUENF. Miembro del Consejo Editor de la “Revista Temperamentum, Granada. España”. Miembro del Comité Científico Internacional de la “Revista Uruguaya de Enfermería”. Miembro del Comité Científico Internacional de la “Revista El Ser Enfermero” Buenos Aires Argentina. Profesora Principal de Historia de la Enfermería Universidad de Ciencias Medicas de la Habana. Profesora de Historia de la Enfermería Facultad “Enrique Cabrera”. MSc en Enfermería. Candidata a Dra. en Ciencias de la Salud. Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Facultad Dr. Enrique Cabrera Cosio.


Introducción

Orden de San Juan de Dios. Comienzos.

Desde 1547 el hermano Juan Ciudad se ocupaba de atender a los enfermos en un “Hospital” en la calle Lucena de Granada; a él se unieron Antón Martín, Pedro Velazco, Simón de Ávila y Dominico Peola, posteriormente se unió a ellos Rodrigo Sigüeza, que fue el que obtuvo de Pío V, el Breve: Salvatoris Nostri (8 de marzo de 1571) y la Bula Licetea Debito, fechada el 1 de enero de 1572 por la que se erigió en Congregación Religiosa - Hospitalaria al grupo de Hermanos de San Juan de Dios. (Torre Rodríguez F: El Padre Olallo. Un Testigo de la Misericordia Barcelona 1994: 3)


La Orden Hospitalaria en la Habana

Desde la llegada de la Orden Hospitalaria a Cuba a finales del siglo XVI el comienzo de las tareas del primer Hospital juanino en la Isla (La Habana 1603) y hasta la muerte de Fray José Olallo Valdés (1820 - 1889), la presencia de la Orden esta confirmada y documentada en las ciudades de La Habana y Puerto Príncipe.

Esto evidencia la fama y el buen ejemplo del Pobre de Granada. Sabemos que los juaninos se presentaron por primera vez en la Villa de San Cristóbal de La Habana en 1578, como sanitarios a bordo de la Flota, y prestaron sus auxilios en la Hospitalidad de San Juan de Letrán durante varios meses y que se vieron obligados a partir por carecer de Cédula Real. De estos primerísimos Hermanos se desconoce casi todo, solo se da por sentado que eran españoles mas bien jóvenes, listos a participar en la Carrera de las Indias solo se sabe el nombre de su superior Fray Francisco Hernández (Fabio Hurtado R. 400 años en Cuba Orden Religiosa de San Juan de Dios. Colección Selare. Editorial Kimpres Ltda. Bogota Colombia 2003:17). Con la llegada de estos religiosos se inició la asistencia de enfermería en los hospitales, pues estos Hermanos tenían preparación para cuidar enfermos.


Breve reseña de los Hospitales existentes

El historiador César Mena Serra en su obra “Historia de la Medicina en Cuba” cita todos los hospitales existentes en la Isla a partir de 1525. Solo mencionaré los que tuvieron alguna referencia importante o perduran hasta nuestros días.

El primer hospital que se funda en Cuba no es en La Habana sino en Santiago de Cuba en 1525, y si hubo uno antes no hay noticias de ello, aunque no dudamos que en Baracoa desde su fundación hasta 1522 pudiera haber habido alguna Casa de guano, que sirviera de enfermería o alojamiento a los que caían enfermos por cualquier enfermedad, ya que desde 1514 hasta 1525 esta Villa fue la primera capital de Cuba.

“Este pomposamente llamado Hospital de Santiago de Cuba tiene que haber sido un barracón con techo de guano (palmera), ya que así eran todas las viviendas en dicha época, excepto la casa de Diego Velásquez, que era de cantería. En la edificación de este hospital en Cuba, intervino Hernán Cortés antes de partir a la conquista de Nueva España (México) según asevera López de Gomera”. (Mena C A, Cobelo A.: “Historia de la Medicina en Cuba”, T I. Hospitales y Centros Benéficos en Cuba Colonial, Ediciones Universal. Miami, Florida, 1992: 38-40, 158, 332, 333, 306, 307, 322, 67).

Cuando leemos “La Visita Eclesiástica” del Obispo de Cuba Pedro Morell de Santa Cruz, en ella podemos darnos cuenta de los hospitales existentes en todos los parajes por el visitados y en las que describe la pobreza y poca atención que se brindaba a los enfermos en esos hospitales, ante esta situación el mismo mandaba construir enfermerías u hospitales para la atención de los pobres enfermos. (Morell de Santa Cruz La visita Eclesiástica. Editorial de Ciencias Sociales 1985).


Los Hospitales por provincias, en la época colonial

Pinar del Río

En 1892 se construye el de “San Isidro”, en él falleció durante la Guerra de Independencia, la patriota Isabel Rubio.

La Habana interior

Hospital “Arderius” se construyó en 1893. Este hospital tuvo la curiosa visita, durante la Guerra de Independencia, de Winston Churchill recién graduado de oficial del ejército Inglés, en ejercicios de grados en la guerra de Cuba en 1895; posteriormente sería Primer Ministro de Gran Bretaña.

La Habana

En la capital, en 1551, hospital sin nombre; 1552 - 1553, “Real de San Felipe”, refundición de la casucha con el de “San Felipe el Real”; 1597, Hospital de “San Felipe y Santiago” o de San Juan de Dios (cuando lo ocuparon los frailes de San Juan de Dios, en 1602, el pueblo lo llamaba así); 1886, el Hospital Reina Mercedes, después de la ocupación norteamericana se llamaría “Nuestra Señora de las Mercedes” y en 1961 “Hospital Comandante Manuel Fajardo” (todos estos hospitales son considerados el mismo hospital pero en distintos lugares y con distintos nombres).

Hospital de leprosos

1663 - 1668, antigua Caleta de Juan Guillén.

1681 - 1703, la Estancia “Los Pontones”.

1704 - 1916, Estancia de Brito “San Lázaro”.

1916, Hospital temporal en Mariel.

1916 “El Rincón”. (Todos estos hospitales son el mismo con distinto nombre).

Convalecencias

1678, Casa de Convalecencia de Sebastián de la Cruz.

1704, Casa de Convalecencia de Belén.

Hospitales militares de La Habana

1744, Hospital de “San Ambrosio”.

1896, Hospital “Alfonso XIII”.

1899, Hospital “Número Uno”. (Son el mismo hospital que posteriormente en 1917 se llamó Hospital “General Calixto García”.

Hospital para Dementes

1775, Cárcel del Partido (para varones dementes).

1775, Casa San Juan Nepomuceno (para hembras dementes).

1790, Hospital de Paula (para hembras dementes en una sala aparte del resto de las pacientes).

1800, Casa de los Baños del Matadero (para hembras dementes).

1827, Casa de Beneficencia (una sala aparte).

1828, Hospital de “San Dionisio” (para varones dementes).

1854, Hospital de Dementes (conocido como Mazorra para varones y hembras).

Todos estos hospitales son el mismo pero con distinto nombre.

Matanzas

1757, Hospital de “Santa Isabel”, donde se funda una escuela de enfermeras en 1900.

Puerto Príncipe

1728, Hospital de “San Juan de Dios”.

1730, Hospital “Nuestra Señora del Carmen”.

1737, Hospital de “San Lázaro”.

1895, Hospital de Sangre.

Oriente

1525, Santiago de Cuba, un hospital primitivo.


DESARROLLO

Los primeros Hospitales habaneros

Respecto al primer hospital de La Habana el historiador Arístides A Moll, fija en 1538 como fecha de la primera fundación aclarando “…que fue un hospital militar”. (Moll A Arístides, Aesculapius in Latín América, Filadelfia 1944:140). Sin embargo este aserto es meramente conjetural pues no existe documento que avale esta afirmación, pues cuando el saqueo e incendio de la Habana por los piratas franceses no quedó constancia documental alguna, solo a partir de 1550 es cuando comienza la cronología de las Actas Capitulares. Toda la información anterior a esta fecha se encuentra en el Archivo de Indias en Sevilla.

Es en una misiva del Licenciado Juanes de Avilés entonces gobernador de la Isla, fechada en marzo de 1545, es donde se encuentra esta primera referencia de la edificación de un “ospital”

En estos cuatro meses que a que llegué a ella vuestra majestad a sido mas provechosos en Real hazienda que en los tres años pasados y ansi mismo he hecho el ospital en esta villa del cual avia gran necesidad por los navíos que vienen y pobres que suelen ocurrir y ansi como he hecho hacer un ospital si tuviere facultad oviera hecho hazer la iglesia de la villa” (Archivo de Indias, Sevilla, España).

Ratifica esta afirmación un memorial dirigido a su Majestad por el Obispo Fray Diego Sarmiento donde confirma “…la construcción de un hospital de piedra en 1545.

Estos dos documentos confirman ya la construcción de un hospital en 1545 y ellos están hablando del mismo hospital, esto establece que este hospital precedió a la construcción de la Parroquia Mayor y el convento de Santo Domingo, que según José Martín Félix de Arrate se comenzó a fabricar en 1578. Posteriormente ya en la década del 50 del siglo XVI Diego de Angulo se ufana de “haberlo ensanchado en 60 pies”. (Arrate y Acosta J M F La llave del nuevo mundo y antemural de las Indias Occidentales La Habana 1964: 68)

En 1555 cuando el saqueo de la Habana por los piratas franceses este hospital de piedra, resistió el saqueo e incendio, “era una construcción de muy fuertes tapias y tan alto como la Fuerça”. (Lage G. El primer hospital de la Habana, La Habana 1952:26).


FOTO 002 San Juan de Dios. José Olallo Valdés, primer santo cubano hospitalario


Respecto a la ubicación en la Villa existe diferencia entre los historiadores que se han ocupado del tema. Mientras la historiadora Norteamericana Irene Aloha Wrigth lo sitúa en el Convento de Santo Domingo, lo cual es imposible por la cronología constructiva; Pérez B, Martínez Fortun, Guillermo Lage y Mario del Pino, prefieren ubicarlo en el espacio que mediaba entre la Parroquia Mayor y la Calle de los Mercaderes, es decir algunos metros mas allá en la Calle Obispo entre el actual Ministerio de Educación y el antiguo Palacio de los Capitanes Generales.

Este hospital indudablemente el primero de San Cristóbal de la Habana, es el mismo que los historiadores Luís Ortega Lázaro y Juan Luís Martín llaman de San Juan de Letrán. Según la Historiadora Irene Aloha Wrigth, halló en un manuscrito de 1575, una breve descripción de él donde se aclara que el hospital estaba constituido por dos salas y una capilla caída. Es aquí donde por primera vez los Hermanos de la congregación de San Juan de Dios prestan sus servicios caritativos entre 1578 y 79 durante los meses en que permanecieron en la Villa en espera de la partida de la Flota de Indias a bordo de la cual laboraban como enfermeros.

Según el historiador Mario del Pino y de la Vega:

La vez anterior que los frailes juaninos estuvieron en La Habana (1578 - 1579), habían regido la pequeña hospitalidad de San Juan de Letrán, junto al Convento de Santo Domingo y tuvieron que abandonar la Isla por carecer de permiso Real para su estadía en ella. La segunda vez volvieron con Real Cédula fechada el 1 de agosto de 1602 y solicitaron emplearse en el recién construido Hospital de San Felipe y Santiago, después Hospital de San Juan de Dios, el nombre del prior que les acompañaba era Fray Francisco Hernández”.


Hospital “Felipe el Real”, “San Felipe y Santiago”, “San Juan de Dios” y “Nuestra Señora de las Mercedes”

Acerca de la fecha de la construcción de este hospital de San Felipe y Santiago los historiadores discrepan considerablemente Roig de Leuchsering lo fija en 1555 y le atribuye su fundación a Pedro Menéndez de Avilés, aunque esta confirmada la existencia de este centro, es poco probable que fuese el de San Felipe y Santiago. Según afirma el investigador Mario del Pino “Para 1556 el Adelantado D. Pedro Menéndez de Avilés funda el tercer hospital habanero en una casa de alquiler al que llamó casa de alquiler o del barracón de San Francisco”, este autor le confiere un carácter de urgencia temporal por la demanda de enfermería surgida a raíz del proceso de conquista de La Florida. (Pino y de la Vega M. Apuntes para la historia de los hospitales en Cuba 1523 – 1899. La Habana 1963:29).

El Historiador Roig de Leuchserinh dice paradójicamente que el primer hospital habanero de que se tienen noticias precisas en los documentos antiguos recibió el nombre de Nuevo, porque cuando se creó existía otro, pero tan insignificante que solo trascendió cuando se unió, poco más tarde con aquél.

En 1570 afirma José Maria la Torre, se fundó en el barrio de La Cienaga un hospital con el nombre de San Felipe y Santiago, la parte baja donde estaba el hospital contenía veinte camas y en la parte alta estaban los colegiales. (Roig de Leuchsering. La Habana, apuntes históricos segunda edición, Tomo 3. Consejo Nacional de cultura La Habana 1964:139).

Jacobo de la Pezuela propone que el hospital de San Felipe el Real, estaba dedicado a la atención de pobres y personas de color, mientras que el de Avilés atendía a militares. (De la Torre J M. Lo que fuimos y lo que somos o La Habana antigua y moderna. La Habana 1905: 89).

Lo que si coinciden varios autores, es en el lugar que estaba situado el edificio del hospital “estaba situado junto a la Pequeña Ciénaga, por un brazo de mar que entraba por el boquete de la Pescadería e inundaba los terrenos hasta el aula del Colegio de San Felipe y Santiago, en lo que hoy es la plaza de San Juan de Dios o de Cervantes”.

La primera referencia documental la encontramos en el Acta del Cabildo de 6 de Junio de 1579 donde se trata del asunto de la construcción de un nuevo hospital.

El Gobernador Juan Maldonado Basnuevo dice: “S M hecho merced al hospital de esta ciudad de las casas que eran suyas y servían de magacenes (almacenes) para las galeras para que se vendan y de lo procedido de ellas se haga un hospital en diferente parte de donde agora esta y habiendo dicho gobernador conferido y tratado la parte principal de esta ciudad y tomado así mismo parecer de los médicos que en ella hay, todos concurren que el mejor sitio que se puede escoger para hacer el dicho hospital es donde se había comenzado a fabricar un Colegio y estudio de Latinidad, respecto a estar apartado del concurso de la ciudad y gozar de buenos aires y tener toda el agua que hubiere menester”.

Hasta aquí se puede establecer que fue el colegio quien recibió originalmente el nombre de San Felipe y Santiago puesto que compartieron durante cierto tiempo la edificación, es lógico que el nuevo hospital se llamara igual que el colegio y que efectivamente existía este hospital aunque en condiciones mucho menos elementales tanto que ni el Cabildo ni el Gobernador juzgaron preciso referir cuando se dispusieron a fabricar el nuevo hospital en 1579. No obstante parece que la fabricación definitiva del hospital tuvo que esperar hasta 1596 y no estuvo concluido hasta 1599, el hospital dispuso de cuatro salas dos en los bajos y dos en el piso superior, con capilla. En estas salas se colocaron 150 camas, y el gobernador Maldonado Basnuevo manifestó que se necesitaban más. (Pezuela y Lobo JJ. Diccionario Geográfico Estadístico de la siempre fiel Isla de Cuba. Imprenta Banco industrial y mercantil. Madrid 1883 – 1887).


FOTO 003 Hospital de San Felipe y Santiago, que la población llamaba de San Juan de Dios. A partir de 1603 los religiosos de esta orden comenzaron a brindar los cuidados de enfermería


Felipe II por Cedula Real de 1 agosto de 1602 mandaba que cuatro de los Hermanos que pasaran a América ese mismo año debieran hacerse cargo del Hospital de la Habana. La aprobación de la entrega del edificio y huerta se realizó el 29 de septiembre de 1603, y se hizo efectiva el 14 de octubre de 1603. Los cuatro primeros Hermanos que tomaron posesión del Hospital de La Habana fueron los frailes: Diego de la Fuente, Andrés Alcaraz, Gonzalo González y Andrés de la Paz.

Citando a Isabelo Macías Domínguez este dio la siguiente versión de la fundación de este establecimiento: “El hospital, que desde ese momento se llamó San Juan de Dios, no tuvo unos comienzos muy felices, pues el obispo Cabezas Altamirano se opuso a la concesión de los dos hospitales (viejo y nuevo) a los Hermanos de San Juan de Dios. Argumentaba el prelado que la Cédula presentada por los citados Hermanos solo les concedía poder para pasar a las Indias, pero no para que se les hiciera entrega de las referidas construcciones; quejándose, además, de que no se había tenido en cuenta su dignidad eclesiástica. Sin embargo, estaba dispuesto a dar la posesión del nuevo hospital siempre que los religiosos lo recibieran por su superior y quedara para seminario el edificio antiguo. Aunque aquellos no aceptaron tal propuesta, el obispo se apropió de dicha casa, donde estableció su pretendido seminario. Ello no duraría mucho, pues la Corona ordenaba rápidamente su retorno a los frailes”. (Arce Brisuelas L M. El Hospital Nuestra Señora de la Reina Mercedes. La Habana 1952:18).

Los hermanos acceden a este acuerdo y trasladan a todos los enfermos de San Juan de Letrán al de Felipe el Real y así se hacen cargo de la atención hospitalaria general de San Cristóbal de la Habana el 14 de Octubre de 1603.

El 17 de Marzo de 1608 aparece en una Real Cedula “Yo os mando que dejéis volver a la Isla de Cuba al Hermano Diego de la Fuente de la Orden y Congregación de San Juan de Dios; ordenaba el Rey Felipe II a sus oficiales de la casa de Contratación de Sevilla, llevando consigo cuatro Hermanos de ella y un criado para lo que se les ofreciere y hubiere menester, seguía disponiendo, y daréis orden en que en las naos de la armada que fueren se les de por mi cuenta a los cinco hermanos y un criado, una ración como se la diere a los soldados y marineros. Fechado el 17 de marzo de 1608. Yo el rey”.

Con estos cuatro, el hospital cuenta con ocho Hermanos para la atención de los enfermos, aunque se desconoce el nombre de ellos es de suponer que uno de ellos era Fray Sebastián de Aragón, pues el 16 de enero de 1610 era prior del hospital, según consta en una libranza expedida por este Hermano en esa fecha.

A lo largo del siglo XVII el Hospital de “San Juan de Dios” fue el único centro existente que atendía tanto a militares y marineros como a la población de La Habana. Al ser el único hospital general, los Hermanos tuvieron que hacer frente a las sucesivas calamidades que invadieron la ciudad en la primera mitad de este siglo: incendio del casco viejo en 1622; epidemia de fiebre amarilla en 1649; que ese verano arraso con un tercio de la población; es muy probable que entre los muertos estuviere algún Hermano de San Juan de Dios, pues estuvieron expuestos en primera línea por su trato directo con los contagiados. Otra fue la epidemia de fiebre tifoidea en 1654. A ello había que sumar la asistencia a sus pacientes habituales.

El 28 de mayo de 1666 era prior del Hospital Fray Francisco de Sosa y el 22 de agosto de 1692, Fray Diego de Gusquita. En 1704 lo era Fray Francisco Barradás., el 18 de marzo 1731 tenemos como prior a Fray Joseph Díaz Ponte.

En 1730 el número de juaninos presentes en el hospital era de 30 y el número de las camas era de 100, además estaban a cargo de la lavandería, cocina y farmacia.

Cuando entre abril y junio de 1654 se produce la grave epidemia de Fiebre Amarilla, se convoco a una Junta en el Castillo de la Fuerza a los médicos y a los Hermanos del hospital de la Orden de San Juan de Dios, el prior en ese momento era Fray Juan Ángel, el cual declaró la disposición de los Hermanos a brindar atención que desde dicho hospital, el que se había elegido fuera del área de la población a menos de un cuarto de legua de aquí, para la cura de los enfermos que viniesen y ha ofrecido camas y toda la asistencia humana.

El 28 de mayo de 1666 era prior del Hospital Fray Francisco de Sosa, que con toda probabilidad sustituyo a Fray Juan Ángel; pedía que se le dejase sembrar plantas medicinales además de frutos menores, en los terrenos que se le había concedido por donación en una Merced de Félix de Araca. El Cabildo autorizo esta Merced por nueve años. En 1690 siendo prior Fray Diego de García Balbanera se vuelve a solicitar con los mismos fines se haga una prorroga mas de estos terrenos, en otros autos y donaciones de Salvador de Aroca de dos cuadras que se donaban al Convento Hospital de San Felipe y Santiago, acordose de conformidad a la licencia de dicho padre por un año, sin que quede establecido cuando se privo al hospital de estas parcelas.

El 22 de agosto de 1692, era prior Fray Diego de Gusquita y en 1703 lo era Fray Francisco Barradás., quien continua las obras de ampliación y saneamiento del convento hospitalario si leemos en un Acta al Cabildo de marzo de 1703 “en ocasión de estar reedificando el convento y enfermerías atendiendo a los perjuicios que se siguen y que cae al Callejón pues por ella se introduce a los enfermos algunas grutas nocivas a sus curaciones y además de las ofensas que se hacen en él a Dios que no las expresa por indecentes, pidió se haga Merced de este Callejón para incorporarlo a dicho convento”.

En 1713 era prior del convento Hospital Fray Manuel Bermúdez y acude al cabildo recavando ayuda para el hospital que con las dos tormentas que ha habido se halla derribada la parte principal de la fabrica y además grave deterioro de las rentas que goza dicho hospital, por todo lo que pidió y suplicó al Cabildo y que se sirva informar a S M.

En 1722 era prior Fray Miguel Barroso quien tuvo discrepancias con Francisco de las Tenazas Rubira protomédico de La Habana desde 1709, pues este entendía que en un informe enviado al Rey hablando mal de su conducta, eran los Hermanos de San Juan de Dios los autores de dicho informe.

El 18 de marzo 1731 tenemos como prior a Fray Joseph Díaz Ponte, el mismo solicita al Ayuntamiento de la Habana le expida un testimonio de buena conducta en su solicitud; el Hermano se declara fundador de la Orden en el hospital de Puerto Príncipe. (Santovenia E. El Protomedicato de la Habana. La Habana 1952:38).

En ese mismo año era enfermero mayor del hospital Fray Miguel Barroso, el realiza un informe donde da cuenta de las muertes ocurridas por Viruelas en el Hospital de San Felipe y Santiago, las mismas habían sido 35 personas especificando que 30 eran negros y 3 indios, un mulato y un blanco. (Ortega y Lázaro Luís. Para La Orden Hospitalaria Juan de Dios en Hispanoamérica y Filipinas. Madrid 1992. 270).

En 1733 estando en el convento hospital esperando su traslado para Nueva España, Méjico donde había sido nombrado Comisario General de la Orden, fallece en el Hospital el Hermano Antonio de Ordóñez, había llegado el 20 de mayo y su deceso ocurre el 20 de agosto del mismo año de 1733.

El 8 de marzo de 1736, el Dr. Luís Fontaine protomédico de la facultad de medicina de la Pontificia y Real Universidad de la ciudad de San Cristóbal de La Habana procedió al examen y concesión del título y licencia de cirujano al Hermano de la Orden de San Juan de Dios, José Coimbra de San Antonio después de realizar el examen teórico y práctico en la enfermería del convento hospital Real de San Juan de Dios. Le confieren el poder y facultad para el uso y ejercicio de dicho arte. El Cabildo habanero tuvo a bien otorgarle la licencia para que ejerza en esta ciudad de Maestro cirujano. El nombre de la sala donde se examino el Hermano era “Del Santo Cristo de San Nicolás” y tenía 25 camas lo cual demuestra que el hospital de San Felipe y Santiago funcionó como centro universitario de la Facultad de Medicina de San Jerónimo. (López Sánchez J. La medicina en la Habana. La Habana. Tomo 9I. 1970: 246).

En 1740 por discrepancia con la Real Marina dejan de atenderse los marinos en este hospital, siendo prior del Hospital en 1743 Fray Miguel Barroso. En 1744 ante acusaciones de mala atención a los marinos, a pesar que en 1740 se había suspendido la atención de los mismos por parte de los Juaninos a estos enfermos, encabezados por el Marques de la Ensenada, según el historiador Arce, se desató una verdadera conspiración contra los Hermanos, de la que fueron los propios españoles los principales instigadores.

No obstante los Juaninos presentaron informes efectivos de sus servicios hospitalarios:

14.230 marinos atendidos por ellos, 9.368 soldados atendidos en el hospital y 6.297 civiles. Todos ellos fueron atendidos por los Hermanos de San Juan de Dios. Todos atendidos en el hospital en los últimos ocho años, con un promedio anual de 3.736 pacientes muy superior al computo de 700, atendidos en 1664 con 100 camas. Ahora el Hospital contaba con cinco salas: San Nicolás, Santo Cristo, San Sebastián, San Cristóbal y San Juan de Dios. Dos de ellas con cincuenta camas y las restantes alrededor de treinta. Lo que hace que estos hermanos no tengan un día de reposo al frente del hospital.

En 1763 el historiador José Martín Félix de Arrate nos describe el hospital “Sobrevolemos así la ciudad hasta fijarnos en la esquina de las calles de Aguiar y del Empedrado donde se alza el convento hospital. Se compone de dos grandes claustros con pisos altos en las que están establecidas las salas para blancos, una para cirugía y otra para convalecientes, dos de clínica médica y otra donde se cura con el sistema homeopático y tiene habitaciones para las Hijas de la Caridad. (Creemos que esto debe ser un error del autor o del que reviso el dato pues las Hijas de la Caridad llegan a Cuba en 1847). La parte baja esta dividida en dos salas de clínica médica, una de cirugía y otra de presos, la botica y demás oficinas y dependencias necesarias para su servicio. En el centro de cada claustro hay un patio con jardines para recreo de los enfermos convalecientes dando uno frente a la puerta principal que se comunica con la iglesia y otro que sale a la calle de lo Empedrado”.

El número exacto de juaninos presentes podemos establecerlo gracias al informe hecho en 1758 por el Obispo Pedro Morell de Santa Cruz en su Visita Eclesiástica que era de 39 hospitalarios en la Habana.

En 1761, se desencadenó una fuerte epidemia de fiebre amarilla al parecer como consecuencia de la llegada a La Habana de un grupo de galeotes procedentes de México. Los Hermanos acogieron en el hospital a los afectados de la epidemia. Con ocasión de esta epidemia fue habilitado un Hospital provisional (con el nombre de “San Carlos de la Caridad” o también Hospital de “La Carraca”) en las inmediaciones del Astillero y Factoría de Tabacos, para que sirviera a los enfermos de la marina y donde se habilitarían hasta 300 camas, también bajo el cuidado de los Hermanos; hubo que ampliar con casas existentes en las inmediaciones del hospital para curar a los soldados del ejército

Los Hermanos que hicieron frente a esta epidemia fueron los frailes: Alejandro de Fleites, prior; Miguel Barroso y Reyes, Francisco Cardoso, Marcos de Aguiar, Gabriel Ballejos, Simón Pérez, Juan Antonio Mena, Nicolás Medina, Esteban Pérez, José de Zamora y Miguel Más.

El Hospital de “San Carlos” acabó por correr a cuenta de la Real Hacienda, y los Hermanos dejaron de prestar su asistencia en él. (Arrate y Acosta J.M F. La llave del Nuevo Mundo y antemural de las Indias Occidentales. México - Buenos Aires 1949, tercera edición. Primera en la Habana 1830).

El “Hospital de San Juan de Dios” rindió un gran servicio durante el sitio y toma de La Habana por los ingleses en 1762. El hospital fue semidestruido por la artillería inglesa y los enfermos del Hospital de “San Carlos” pasaron al Convento de los Betlemitas y más tarde al Convento de Santa Clara, tras ser abandonado por las religiosas a consecuencia de la invasión inglesa. Hay que añadir a la lista de los Hermanos de esta Orden a Fray Julián Arteaga, Padre Prefecto del convento hospital, que se consagro a la asistencia de los heridos y enfermos durante el sitio de la Plaza. .El hospital estaba en la línea de fuego de la artillería inglesa que lo alcanzo reiteradamente con bombas, granadas, y hoyas de fuego. El daño infligido dio como consecuencia que se trasladaran los enfermos al Convento de Belén primero y después al de las Monjas Clarisas, éste traslado se debió según el prior Alejandro de Fleites ante el Cabildo. Fueron expulsados con mucha violencia por el Conde de Albemarle, general del ejército británico quien expulsó a los religiosos y enfermos y tomaron posesión del convento hospital como cuartel de sus tropas.

Tras la marcha de los ingleses, las tropas de la marina pasaron a ser atendidas en los Hospitales del Arsenal y San Isidro, por lo que no dependieron más del Hospital de “San Juan de Dios”, salvo en los brotes epidémicos. La enfermería para el ejército y la marina pasó posteriormente al Hospital de “San Ambrosio” (mejorado en 1796), aunque la marina no lo hizo hasta 1806. (Morell de Santa Cruz P. La Visita Eclesiástica. Editorial de Ciencias Sociales 1985:15)

Aunque el hospital de La Habana continuaría ejerciendo sus funciones, apenas se conservan datos en sus archivos de sus avatares internos, como constató J. de la Pezuela a mediados del siglo XIX.

El 1 de junio de 1787, el Vice Real Patrono y diocesano nombró un administrador en este hospital con carácter de síndico y un mayordomo depositario de las rentas. El nombramiento recayó en Tomás Mateo Cervantes el 21 de mayo de 1793, quien terminó la iglesia e introdujo otras mejoras y ampliaciones notables como un segundo claustro de celdas y otras dos salas de enfermería. En 1792 era Prior del Hospital Julián Josef Cabello quien aporta datos estadísticos del hospital en el año 1797. Ingresaron 1.897 pacientes, muertes 230, 1.518 curados, quedando en cama 149. En este mismo año por Real Orden se prohíbe que sean solo 20 los Hermanos que deben permanecer en el convento hospital y que no se de albergue a Hermanos jubilados. En 1795, era enfermero mayor y cirujano el Hermano Tomás Álvarez y segundo enfermero Mauricio Oduardo.


FOTO 004 Plaza de San Juan de Dios


En 1819 se declaró una nueva epidemia de fiebre amarilla y viruela en La Habana. El Hospital de “San Ambrosio” no fue suficiente para acoger a los militares afectados por la epidemia y fue este hospital el que habilitó salas provisionales para atender a los contagiados. Estas salas permanecieron abiertas desde el 4 de septiembre hasta el fin de año, en esta época el hospital estaba en manos de autoridades civiles; los Hermanos siguieron atendiendo a los ingresados. El 2 de mayo de 1818 se nombra prior del convento hospital a Fray Matías José Rodríguez quien será sustituido en 1821 por Fray Francisco Roxas Vinajeras.

El Consejo general de la Orden en Madrid el 25 de diciembre de 1831 nombro a Fray Francisco Pacheco como Prior de la Habana y Vicario Provincial con Licencias para “dar hábitos de novicios, hábitos de donados y que pudiere renovar de su convento cualquier religioso que conviene trasladarlo”. En 1833 con ocasión de una epidemia de cólera morbo, el Hospital de San Juan de Dios cedió una de sus salas para colocar a los militares atacados por aquella epidemia y formo otro local para la misma finalidad en cinco de las celdas de los religiosos. En 1842 comienza a aplicarse en Cuba la Ley de secularización que se habían aplicado siete años antes en la península. Ello llevó a que muchos Hermanos se acogieran a esta ley y hubo necesidad de introducir en el hospital tanto enfermeros, como cabos de sala y practicantes para la asistencia de los enfermos (Eduarda Ancheta Niebla. Historia de la Enfermería en Cuba. Editorial de Ciencias Médicas. La Habana 2003:6)

En el mes de abril de 1854, encontré documentada la muerte del que fue el último Prior del Convento Hospital de La Habana Fray Francisco Pacheco en el libro 10 de defunciones de blancos (1851 - 1861) folio 109 de la Iglesia del Santo Ángel Custodio (Iglesia Santo Ángel Custodio. Archivo).


FOTO 005 Hospital Nuestra Señora de las Mercedes inaugurado en 1886, prestó servicios hasta 1958, después de ser demolido en sus terrenos se encuentra actualmente la heladería Coppelia


Esta es la última cita y fecha de la estancia de algún Hermano al servicio de este hospital. Las consecuencias del cese obligatorio de los Hermanos Hospitalarios las menciona César Mena refiriéndose al historiador Mario del Pino y de la Vega: “y al fin, el remedio resultó peor que la enfermedad que se pretendía curar, pues el estado del hospital fue tan lamentable y la falta de atención y limpieza tan acusadas, que los vecinos de La Habana rehuían acercarse al viejo caserón porque por encima de sus tapias, se expandía una pestilencia insoportable”. Coincidiendo con la descripción de estos hechos el Dr. Rodolfo Tro, consigna: donde el hedor de la gangrena hospitalaria y otras epidemias era de tal naturaleza que obligaba a los transeúntes a evitar el hospital como casa maldita. Hasta nuestro patriota y novelista Cirilo Villaverde, en su novela costumbrista “Cecilia Valdés”, describe prudentemente estos hechos: “Por las altas y cuadradas ventanas, siempre deja salir el vaho caliente de los enfermos”. (Villaverde La Paz C. y Cecilia Valdés o la Loma del Ángel. Colección Saeta. Editorial Letras cubanas. Tomo I 1981:58)


El Hospital de San Felipe y Santiago después de la muerte del Prior Fray Francisco Pacheco

A partir de 1854 empezaron a prestar cuidados de enfermería las Hermanas Hijas de la Caridad; en 1866 la superiora era Sor Juana Zárate además de 11 hermanas y algunos enfermeros; en 1880 había 14 hermanas. En 1857, después de la muerte del último Vicario-Provincial, se declaró este hospital como establecimiento local de beneficencia pública.

En 1845, se trasladaron al Hospital de San Juan de Dios los estudios de Anatomía que se desarrollaban en el Hospital de San Ambrosio. Más adelante, ya ampliados otros hospitales, este no tenía razón de ser y su situación resultaba tan céntrica que constituía un peligro para la salud pública, por lo que fue demolido en 1859. En sus terrenos se construyó un parque que lleva el nombre de Cervantes aunque se le sigue llamando por el nombre del Hospital. El departamento de Anatomía de la Escuela de Medicina pasó al edificio llamado de San Dionisio, que había sido Casa de Locos, junto al Cementerio de Espada. Después de la demolición del hospital, los enfermos pasaron a ser atendidos, por espacio de veinte años, en los altos de las prisiones de la Punta. El tristísimo cuadro de unas infectas salas del mismo edificio de la cárcel están descritas así: “¡Monstruosa amalgama de dolor físico y la degradación moral! ¡Repugnante espectáculo que contra los más rudimentarios principios del sentimiento y la razón ha venido ofreciendo!”. Es la opinión del doctor Manuel García Hernández. También sobre este traslado a la cárcel opinaba Fermín Valdés Domínguez lo siguiente: “recuerdo con horror aquella miserable sala del hospital (......) sin luz, sin aire, sin aseo necesario, los catres de tijera estaban hacinados y era aquello más que un hospital, la antesala del “salón de las profundis”, añadiendo, “lo que se daba a los enfermos era un caldo insípido”; relato sobre el cautiverio de los estudiantes de medicina antes del fusilamiento en el paredón cercano a la cárcel”.

En 1860, el gobierno superior político de la Isla analizó la necesidad de construir un nuevo hospital, para lo que designó al coronel de ingenieros Manuel Portillo con el fin de que estudiara y redactara un proyecto del nuevo hospital que reemplazase al antiguo de “San Juan de Dios”, pero, aunque se formuló el proyecto, se perdió su plano. Poco después se escogió la Estancia de Aramburu y se colocó la primera piedra el 19 de noviembre de 1862, pero una serie de inconvenientes, hicieron que las obras se demoraran e incluso se perdieran los planos por segunda vez y no se fabricó el hospital.

Pasado cierto tiempo el señor Portillo hizo un nuevo proyecto (y van tres) y este intento volvió a fracasar, pues se pensaba fabricar un Hospital - Monumento que tuviera las características del construido en París por la Condesa de Lariboisiere en 1872 y que en Francia se conocía como el “Versalles del Dolor”. Ocho años tomó abrirse paso la nueva idea del ilustre don Antonio A. Ecay que propuso a la Junta General de Beneficencia que debían fabricarse hospitales para pocos pacientes. En total 18 años cabales invertidos solo en la elección del sistema y fue así que el 19 de noviembre de 1880 se colocó la primera piedra del hospital. El proyecto fue encomendado al señor Adolfo Sáenz Yánez, arquitecto del Estado.

Este hospital se fabricó con las donaciones de personas ricas de la época, don Salvador Samá Marqués de Marianao; don Joaquín Gómez, la señora Josefa Santa Cruz, en agradecimiento a estos benefactores un grupo de salas llevaron sus nombres o apellidos “Santa Cruz”, “San Salvador ” y “San Joaquín”, y a los desvelos de un grande de la medicina, el doctor Emiliano Núñez de Villavicencio; además, con el dinero de la venta de los terrenos del viejo hospital se pudo comprar el nuevo hospital que estaba entre las calles L, K, 21 y 23; su edificación tenía la forma y distribución de los que se consideraban más perfectos en su tiempo. El historiador de La Habana, Emilio Roig de Leuchsering refirió que el doctor Le Roy Cassá una autoridad en la materia, decía: “nada tiene que envidiar a los mejores del mundo”. El hospital recibió el nombre de “Reina Mercedes” en homenaje a la primera esposa del Rey de España Alfonso XIII; al cesar la dominación española se le cambió por “Nuestra Señora de las Mercedes”. La inauguración se llevó a cabo el día 8 de febrero de 1886 (Eduarda Ancheta Niebla. Historia de la enfermería en Cuba. Editorial de Ciencias Médicas. La Habana 2006:9)


FOTO 006 Grupo de médicos, enfermeras y estudiantes de enfermería frente a la fachada del Hospital Nuestra Señora de las Mercedes antes de su demolición en 1958. Graduación de las primeras siete enfermeras profesionales cubanas. En el centro miss Mary A. O´Donnell, superintendente de la escuela del hospital “Nuestra Señora de las Mercedes”. Enfermeras del mismo hospital 1929


De este hospital se decía que era una copia del Hospital Blackburn, en Manchester. Este error se produjo porque la Academia de Ciencias aconsejó que en la construcción de los nuevos hospitales de esta ciudad se aplicara el principio de alternar los pabellones de los enfermos a uno y otro lado de una gran galería, de modo que los pabellones de un lado se correspondieran con los espacios que dejaban entre si los del lado opuesto o bien que se adoptase para la planta la forma de A. Este principio fue adoptado no solo en el Blackburn, sino también en el Judiciary Square Hospital en Washington, y el Hospital Militar de Woolwich en Londres, y a nadie se le ocurrió por eso decir que eran copias los unos de los otros. Mientras que en la bella obra del señor A. Sáenz Yánez se tuvieron en cuenta las características de nuestro país.

En 1888, visitó el hospital el famoso torero Luís Mazzantini. Como el hospital no tenía verja, le preguntó al doctor Núñez, que si se había olvidado, a lo que el director le respondió, que no había fondos para hacerla, él le prometió que haría una corrida a beneficio del hospital. La corrida se efectuó y los fondos se usaron para dotarlo de muros y verjas.

Allí, ilustres médicos cubanos iniciaron u organizaron la práctica de importantes especialidades: Francisco Domínguez Roldán introdujo la radiología, Ángel A. Aballí desarrolló la pediatría, Raimundo García Menocal la lucha contra las enfermedades venéreas y Nicolás Puentes Duany la lucha contra el cáncer. Como consecuencia de la venta de los terrenos en los que se encontraba este hospital todavía en buenas condiciones a una empresa inmobiliaria para que construyera un edificio de gran altura, este fue demolido pero para sustituirlo se comenzó, a un costado de la Loma del Príncipe, la construcción de otro más moderno que al triunfo de la Revolución se llamó Hospital Universitario Comandante Manuel Fajardo.

En la actualidad donde antes estaba el Hospital Nuestra Señora de las Mercedes está la Heladería Coppelia. Después de esta fecha en agosto de 1958 pasaría al moderno hospital construido en Zapata y 29 en el Vedado donde hoy se encuentra el Hospital Comandante Manuel Fajardo.


Consideraciones finales

La atención de enfermería realizada por los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios en el Hospital de San Felipe y Santiago durante 251 años es digna de admiración, ya que en su época la atención hospitalaria era considerada como una obra de caridad y los establecimientos dedicados al cuidado de los enfermos, sus gastos eran sufragados en general con el producto de las limosnas o donaciones que realizaban las personas ricas o caritativas, ellos sufrieron privaciones al igual que los enfermos pues también vivían del producto de las ofrendas o diezmos de la Iglesia en la cual estaba el convento hospital, sin embargo esto no fue motivo para que dejaran de brindar la atención de enfermería más avanzada, recordemos que no es hasta 1682 en que William Harvey descubre el mecanismo de la circulación de la sangre y mucho después Leannec en 1804, descubre un equipo tan importante como el estetoscopio, por lo que les eran muy difícil la prestación de cuidados sin los conocimientos científicos que tenemos hoy en día.


Breve Historia

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios nació en Granada en 1539, después que su fundador, Juan Ciudad, estableciera allí el primer hospital del mundo financiado gracias a limosnas y donaciones y dedicado a la atención de los enfermos pobres.

A partir de ese momento, la iniciativa de Juan Ciudad recibe el apoyo y seguimiento de multitud de Hermanos de la Orden. Esto hará posible que antes de finalizar el siglo XVI ya sean una realidad más de 50 centros hospitalarios y de acogida en España e Italia principalmente.

El siglo XVII es el momento de la primera expansión hacia América, siguiendo a las colonias españolas y el inicio de la expansión de la Orden Hospitalaria hacia Europa. Así, nacen centros hospitalarios en Cuba, Cartagena de Índias, Filipinas, Francia, Alemania, Austria, etc. Al finalizar el S XVIII, los Hermanos de San Juan de Dios ya cuentan con 256 centros hospitalarios y ya se hace muy importante la implantación en toda Europa (también en el Este).

El siglo XIX es el momento de América, cuando casi todos los países hispanoamericanos del continente contaran con centros de la Orden y será durante el siglo XX cuando la expansión a África y Asia se consolida, llegando, incluso a Oceanía.

En toda la trayectoria de crecimiento de la Orden y ya desde su fundación, se han mantenido los principios de acogida al necesitado y de la ayuda sin contraprestación.

Desde el primer momento la ausencia de lucro y la gestión de los recursos obtenidos de donaciones y limosnas han hecho posible la realidad actual.


AGRADECIMIENTO

Eduarda Ancheta Niebla


COLABORADORES

Raúl Expósito González

Enfermero. Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores

raexgon@hotmail.com

Jesús Rubio Pilarte

Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV

Miembro no numerario de La RSBAP

jrubiop20@enfermundi.com

Manuel Solórzano Sánchez

Enfermero Servicio de Oftalmología

Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS

Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF

Miembro de Eusko Ikaskuntza

Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos

Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados

M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería

Miembro no numerario de La RSBAP

masolorzano@telefonica.net