domingo, 22 de diciembre de 2013

ORÍGENES DE LA ASOCIACIÓN DE LA CRUZ ROJA



CRUZ ROJA

La Asociación más antigua de socorro á los heridos es la “Sociedad de mujeres badenses”, fundada en Karlsruhe (segunda ciudad más grande de Baden-Wurtemberg, en el suroeste de Alemania), con motivo de las guerras de Dinamarca y el gran Ducado de Baden (1848 – 1850), en cuya Sociedad se inscribieron las mujeres más distinguidas y las más humildes.

En la guerra de Crimea (1854) un periodista inglés, corresponsal del Times, viendo cómo morían los soldados en el Hospital de Scutari, clamó porque viniesen á cuidarlos mujeres abnegadas, y el sexo femenino, dispuesto siempre al sacrificio, contestó gallardamente por medio de Miss Florence Nightingale, que pocos días después desembarcó en Constantinopla acompañada de 37 damas de las clases más distinguidas de Inglaterra. Tal fue el exceso de trabajo de Miss Florence Nightingale, que, agotada por él, cayó gravemente enferma; á pesar de lo cual continuó en su puesto, hasta 1856 que regresó á Inglaterra, donde la Reina Victoria salió á recibirla en Balmoral, la hizo un valioso y delicado obsequio personal y además entrega de 50.000 libras esterlinas, resultado de la suscripción que para Miss Florence se hizo y que ella dedicó á fundar una Escuela de Enfermeras.

FOTO 001 Penosa situación de los heridos

Bajo el imperio de Napoleón III (24 de junio de 1859), 400.000 hombres, austriacos de una parte, franceses y sardos de otra, se destrozaron en la “batalla de Solferino”, cruel sobre toda ponderación.

Miles de hombres agonizaban entre espantosos sufrimientos, abandonados de todo humano auxilio, sobre el campo de batalla, pues los médicos militares habían seguido á sus respectivos ejércitos.

Un ginebrino de fuerte corazón, de lama grande y generosa, Mr. Henry Dunant, reuniendo precipitadamente á unos cuantos vecinos de Castiglione, mujeres en su mayor parte, organizo, como Dios le dio á entender, un “servicio de socorros”, sin duda deficiente por falta de elementos, que hubieron de suplir á costa de heróicos esfuerzos y abnegación sublime, destrozando sus ropas personales para vendar heridas, sus pobres muebles para improvisar camastros y parihuelas, y agotando sus fuerzas en la conducción y cuidado de tantísimo herido.

FOTO 002 Medalla de la Cruz Roja. Heridos batalla de Oroquieta. Ambulancia de San Sebastián tirada por bueyes. 1909 ambulancia de San Sebastián en la plaza de Oquendo

El horror de aquel día inolvidable y el recuerdo de las innumerables víctimas de aquella hecatombe, que algo hubiera podido remediar la humana previsión, la santa caridad, le hizo escribir unos años después un admirable libro “Un souvenir de Solferino”, en el que hacía al mundo entero esta pregunta: “¿No hay medio de fundar sociedades voluntarias de socorro, cuyo objeto sea dar ó hacer dar auxilio á los heridos en tiempo de guerra?”. Y á esta pregunta respondieron 17 naciones  reuniéndose, por medio de delegados, en Ginebra en octubre de 1863, para celebrar una conferencia preliminar, y al año siguiente, 1864, el Congreso Ginebrino de plenipotenciarios que firmaron el convenio internacional, declarando la inviolabilidad de las ambulancias y hospitales, la inmunidad de las personas que auxiliasen á los heridos y la adopción, como símbolo de neutralidad, de banderas y brazaletes con la cruz roja sobre fondo blanco, á la que posteriormente se añadió la inscripción: “In hoc signo Salus”.

El ministro de España fue el primero que puso su firma en el Convenio Internacional, pero antes de que sus conclusiones fueran aceptadas, nuestra Reina Isabel II, siempre magnánime y generosa, dio un Decreto aceptando la neutralidad a favor de los enemigos heridos en el campo de batalla, España, pues, se adhirió á la Convención Internacional antes de que las conclusiones hubieran sido aceptadas.

Este es el origen de nuestra Asociación, cuya misión es aliviar los desastres de la guerra, pero cuyos beneficios son también grandes en tiempo de paz. En Alemania lucha victoriosa contra la tuberculosis; en Italia contra la Malaria; en el Congo, contra el mal de sueño; con el hambre en la India, y alivia en todas partes los estragos del cólera y la peste, los riesgos inherentes á los concursos de sport, carreras de automóviles y raids de aviación; presta grandes servicios en los terremotos de Messina y Martinica, en descarrilamientos é incendios formidables, y fresco está en España el recuerdo de su acción en la repatriación de Cuba y Filipinas, en la catástrofe del Depósito de aguas, y en la que una mano criminal produjo el día 31 de mayo de 1906, con ocasión de las bodas reales.

Ambas fechas están imborrablemente grabadas en el corazón de la que esto escribe (Elena Sánchez de Arrojo). En la primera ganó su hijo, ya difunto, el capitán de Infantería de Marina Emilio Martínez, la medalla de plata de la Cruz Roja, trabajando tres días y tres noches en el salvamento de heridos. En la segunda (bodas reales), la medalla de oro, prestando sus servicios desde el primer momento, con el brazal puesto sobre su ensangrentado uniforme.

Si esto hace la Cruz Roja en la paz, ¿Qué hará en tiempo de guerra? ¡Cuántas vidas salvará! ¡Cuantos dolores calmará!

Desde el Convenio de Ginebra es axioma de derecho internacional este aforismo: “El herido, sea cualquiera su nacionalidad, en nuestro hermano invulnerable y acreedor á nuestra piedad”. Desde el sitio de Paris (1870), en que por mediación de la Cruz Roja entre autoridades francesas y prusianas, se sacaron 10.000 heridos de la ciudad sitiada, que sin esta saludable evacuación hubiera perecido víctima de la peste (porque la guerra sorprendió á los franceses sin preparación de servicios sanitarios) hasta el horrible incendio de la guerra que abrasa hoy á casi el mundo entero, (se publicó la primera edición de esta obra en el mes de julio de 1918 en plena guerra europea), la humanitaria institución pasea de uno á otro confín del mundo el lábaro bendito (estandarte), símbolo de caridad y altruismo, recordando que “del calvario arranca, aunque en el Convenio de Ginebra cristalice, la bendita institución de la Cruz Roja” según frase elocuente del canónigo de Tortosa. Y cuando desangraban á España las guerras Carlistas y 1ª de Cuba, la Cruz Roja, bajo la dirección de aquel inolvidable navarro Nicasio Landa (1), restañó cuanto pudo sus heridas, como lo hizo después bajo la del General Polavieja, en las de Melilla, Cuba y Filipinas, sobre todo en la formidable labor de la repatriación. Durante la cual, aparte otros importantísimos servicios, fueron notables los del Sanatorio central de Vallehermoso inaugurado el 17 de febrero de 1886 por S. M. la Reina Regente Doña María Cristina.

En la guerra Europea la Comisión Española de Prisioneros de guerra ha realizado una simpática y utilísima labor a favor de los heridos y prisioneros de los ejércitos beligerantes, de la que detallada y concienzudamente dio cuenta el ilustrado Secretario general, Don Juan Criado y Domínguez en un folleto que publicó á fines del año 1918.

Y en Portugal con motivo de los sangrientos sucesos ocurridos al cambiar el régimen político, fue la Cruz Roja Española, objeto de unánimes elogios de parte de los corresponsales de periódicos extranjeros.

En todos los países se organiza y se dota, como mejor se puede, este Ejército de Caridad. El Comité de Ginebra fue el único internacional y él fue el lazo de relación entre los órganos directivos de las Asociaciones fraternas. Los convenios promulgados como leyes, no tienen, dentro de cada Estado, más fiscal, ni más garantía que el honor de la Nación que así los aceptó. Poco tiempo después de la primera Conferencia, ya existían Comités de Socorro en todas las capitales de Europa, y según frase feliz  de Mr. Moynier, “las Cruces Rojas se daban la mano á través de los mares, desde Ginebra á Nueva York, de California al Japón, de las Indias Holandesas al Perú”.

FOTO 003 Barco Cruz Roja en Pasajes, San Sebastián

Desde el Convenio de Ginebra, la obra se fue perfeccionando. Los artículos adicionales de 1868 fueron admitidos como “modus vivendi” en la guerra franco-prusiana. El convenio de 1899 amplió á los combates navales los principios del ginebrino, extendiendo sobre los barcos-hospitales el palio protector de la neutralidad; en La Haya se aprobó el Reglamento relativo á las leyes y constumbres de la guerra terrestre, y en otra conferencia celebrada en Ginebra en 1906, se trató de redactar y aprobar otro contrato internacional que fuera ampliación y complemento del primitivo. (Todas estas disposiciones en España puede decirse están codificadas por el Reglamento orgánico fecha 13 de marzo de 1907).

Hoy son 38 los Estados adheridos á la Convención (1920). En la mayor parte de ellos las sociedades de la Cruz Roja dependen de los Poderes públicos y están más ó menos asimiladas á los organismos militares. Donde la Cruz Roja se ha instituído por iniciativas del Gobierno como ocurre en Holanda, los Estados Unidos y España, el Gobierno se reserva su dirección. En otros Estados, el Parlamento ha establecido unas relaciones fijas con el Ejército, y en otros, se ha limitado la organización á un comité central con facultades directivas para el servicio voluntario de sanidad militar. En Austria-Hungría y Alemania, la Cruz Roja no es más que un factor en el servicio voluntario de asistencia de enfermos. En el primero de estos países componen la Cruz Roja: por Austria, las sociedades provinciales y las de señoras, y por Hungría, la de señoras del país junto con las asociaciones provinciales, federadas en 1881. Los presidentes de ambas federaciones austriaca y húngara, actúan en calidad de comisarios regios. Un presidente común de las dos, es elegido por el emperador entre los magnates de la Cámara con el rango de protector.

En caso de guerra, el plano de movilización de ambas federaciones obedece á consideraciones puramente militares. En Alemania hay sociedades provinciales con organización uniforme, sometidas desde 1869 á un comité central, que reside en Berlín, cuya situación está perfectamente definida en tiempo de guerra por la ley de sanidad militar. Esta dispone que el servicio voluntario de socorro á los enfermos debe subordinarse á las necesidades del estado y para esto existe un comisario imperial, inspector militar de la asistencia voluntaria en el Ministerio de Guerra y el Jefe de Sanidad Militar, del que recibe las oportunas órdenes. Todas las sociedades auxiliares y voluntarias han de someterse á la Cruz Roja y estar dispuestas en todo tiempo á formar columnas sanitarias, erigir hospitales y auxiliar á los ya existentes, en servicios accesorios de cocina, lavado, etc. El número de sociedades de la Cruz Roja en Alemania es de unas 3.000.

En Prusia la Sociedad de Señoras cuenta con 1.260 sucursales y 330.000 individuos, disponiendo de un capital de 17.000.000 de marcos.

El Emperador Guillermo, creó en 1898 la medalla de la Cruz Roja.

En Inglaterra la Cruz Roja funciona con entera independencia de la organización militar, á la que auxilia en el servicio sanitario.

Dispone en el Japón de un capital de 10.000.000 de yens al año, de un magnífico hospital en Tokio, un numeroso y bien adiestrado personal de enfermeros y dos buques hospitales para transporte de heridos.

Aunque en Francia existe la Cruz Roja desde 1864, no se organizó efectivamente hasta 1884, bajo el patronato del Gobierno. Depende allí de la Dirección de Sanidad Militar y envía periódicamente informes al Ministerio de la Guerra, para darle cuenta de sus actos y darle á conocer los recursos de que dispone. Está representada en el Ministerio del Interior y en los de Guerra y Marina, por su presidente y en cada cuerpo de ejército ó región por un delegado nombrado por el Consejo Supremo de la Cruz Roja. El personal de asistencia es de elección exclusiva de la asociación, pero el nombramiento de los médicos lo ha de sancionar el Ministerio de la Guerra.

Hay, como en España, carnet de identidad y el brazal sellado.

Los fondos de la sociedad, recogidos por suscripción después de la guerra de 1870, ascendieron á 4.000.000 de francos, sin estar incluidas las cuotas en esta suma.

FOTO 004 Damas Enfermeras atendiendo a los enfermos

Las relaciones internacionales de la Cruz Roja, están reguladas por el comité internacional de Ginebra, que señala sus servicios, publica el Bulletin Internacional, que da cuenta del movimiento de todas las entidades adheridas y sirve de centro consultor y de relaciones entre las asociaciones fraternas. Cada 5 años se celebran conferencias internacionales, que han tenido lugar en Paris, Berlín, Ginebra, Karlsruhe (Alemania), Roma, Viena y San Petersburgo (Rusia).

En España, la Cruz Roja, fundada en 1884 bajo la augusta protección de SS. MM., tiene por objeto auxiliar á la Sanidad del Ejército y la Armada en tiempo de guerra (sin que su acción se ejercite paralelamente á la de aquéllas en su esfera propia, á menos de disposiciones del General en Jefe) y ejercer su benéfica acción, en todo tiempo, para socorrer desgracias y calamidades públicas, secundando la acción de las autoridades gubernativas y conforme á las instituciones de éstas.

El Gobierno ampara su existencia declarada de utilidad y beneficencia y la otorga capacidad jurídica en los actos de la vida civil, en los cuales goza del beneficio de pobreza.

La Asociación, de la cual son socios natos los individuos de la familia Real, los Prelados, los Capitanes Generales del Ejército y Armada y los Directores de Sanidad Militar, tiene para su gobierno una Asamblea Suprema que fue reorganizada quedando constituída el 17 de junio de 1915 en la forma siguiente: Jefe Supremo, S. M. el Rey Alfonso XIII (q. D. g.); Comisario Regio, Excelentísimo é Ilustrísimo Señor Don Eladio Mille Suárez; Vicepresidente, Excelentísimo Señor Don Enrique de Leguina y Vidal, Barón de la Vega de Hoz; Inspectores, Excelentísimo Señor Don Emilio Ortuño y Berté, Excelentísimo Señor Don José Mª Semprun y Pombo, Excelentísimo Señor Don Francisco Javier García de Leaniz, Excelentísimo Señor Don Joaquín Caro y del Arroyo, Contador Excelentísimo Señor Don Alfonso Barroeta y Márquez, Marqués de la Puebla de Rocamora, Tesorero, Excelentísimo Señor Don Ramón del Rivero y Miranda, Conde de Limpias, Inspector de los Servicios Médicos, Excelentísimo Señor Don Fernando Calatraveño; Secretario general Excelentísimo Señor Don Juan Pedro Criado Domínguez, Inspector general representante de la Asamblea Central de Damas, vacante actualmente este cargo por dimisión del Señor Gordón Wardhouse, que lo desempeñaba, sustituyéndole el Ilustrísimo Señor Domingo Salazar.

Hay además cuatro Inspectores generales de los Cuerpos Eclesiástico, Médico-farmacéutico, Administrativo y Técnico-obrero, un Secretario general, un Canciller y 12 Vocales. Tiene también, letrados consultores, médicos, bibliotecario, etc. Todos los servicios son gratuitos.

FOTO 005 La Reina Victoria Eugenia en el Hospital del Palacio Miramar

Existe asimismo una Asamblea Central de Señoras compuesta de una autoridad suprema y Presidenta, S. M. la Reina Doña Victoria Eugenia (q. D. g.), una Vicepresidenta General, S. M. la Reina Doña María Cristina (q. D. g.), una 2ª Vicepresidencia, diez Vocales y una Tesorera. Es inspector General, el secretario de S. M. la Reina, Ilustrísimo Señor Don Domingo Salazar; Inspector de los servicios médicos el Excelentísimo Señor Don Fernando Calatraveño (fallecido en Madrid estando en prensa esta segunda edición de “El consultor de la Dama Enfermera”.

En cada provincia funciona una comisión de caballeros y otra de señoras, que cumplen las disposiciones emanadas del Centro de Madrid y le dan cuenta de sus obras.

Las relaciones de la Cruz Roja, con la Sanidad Militar, aparte de lo que se desprende de lo anteriormente expuesto, pueden estudiarse detalladamente en su Reglamento aprobado en 18 de Febrero de 1902 y en el de Relaciones con las autoridades de marina, de 20 de Enero de 1903.

Por lo demás, son relaciones fraternales. Uno y otro organismo pertenecen á la gran familia altruista y humanitaria y como miembros de ella que viven en feliz acuerdo, juntas, trabajan en su misión de paz y alivio á los que padecen.

Desde el ilustre médico militar navarro Dr. Nicasio Landa, que fundó nuestra benéfica Asociación hasta hoy (1920), han ocupado en ella puestos de honor los médicos militares y civiles, pasando de 10.000 los que desde entonces acá han prestado á la Cruz Roja sus valiosos servicios, desempeñando muchos de ellos cargos directivos con envidiable acierto.

La Asociación de la Cruz Roja ha sido siempre poderoso auxiliar de la Sanidad Militar en campaña. Durante la de Cuba, aparte los servicios sanitarios proveyó á todos los Cuerpos expedicionarios de paquetes de curación individual, por valor de varios miles de pesetas. En las Hospederías y puestos de socorro que instaló en toda España, prestó asistencia á cientos de miles de soldados, dando á muchos los medios de ganarse la vida con los aparatos protésicos que reemplazaron á los miembros amputados.

En la campaña de África merecieron el honor de ser incluídos en las estadísticas de Sanidad Militar los hospitales de la Cruz Roja de Jerez y Valencia.

La Asociación de la Cruz Roja depende del Ministerio de la Guerra, es asimilada militar y un Jefe Supremo del Ejército ha sido y es, su Jefe. En la Asamblea Suprema tienen asiento varios Jefes superiores del Ejército y á nadie como á este interesa el objeto capital para que fué constituída, suplir á los médicos militares en la línea de combate, en las ambulancias y hospitales, en tiempo de guerra, prestándoles su concurso en tan supremos momentos.

Siempre fue la Cruz Roja protegida por el Ejército y de común acuerdo con los médicos militares ha ejercido y ejerce su misión consoladora, sin rozamiento alguno, supliendo en muchos casos, desde el sitio de Paris, á la Sanidad Militar y aun con prioridad sobre aquélla, en casos de revolución y catástrofes en el interior de las poblaciones.

Tienen en fin, las dos instituciones un mismo objeto, una misma finalidad humanitaria de paz, de caridad y de amor (2).

LA CRUZ ROJA EN SAN SEBASTIÁN

CINCUENTA AÑOS DE LA CRUZ ROJA DONOSTIARRA

FOTO 006 Casino de San Sebastián (hoy Ayuntamiento) convertido en Hospital. Damas Enfermeras de la Cruz Roja

Sor Juana Lapiera y Sor Dionisia Echeverría estuvieron en la Fundación y aún siguen cumpliendo su trabajo

Después de la batalla de Solferino (1859), el suizo Henry Dunant, publicó un folleto describiendo los sufrimientos de los heridos, abandonados a desangrarse en los campos de batalla. Esto dio origen a la formación en Ginebra, el 26 de octubre de 1863, de una sociedad en que participaron Dunant, Gustave Moynier, presidente de la Sociedad Ginebrina de utilidad pública, el general Guillaume Dufour, jefe del Ejército Suizo, y los doctores Louis Appin y Theodore Maunoir.

Aquella sociedad logró después el reconocimiento internacional del grupo. Veintiséis gobiernos les dieron su apoyo en una conferencia celebrada en Ginebra el 8 de octubre de 1864, en la que quedaron sentados los principios en que debía operar la Cruz Roja Internacional (Convención de Ginebra, al mismo tiempo que se adoptaba el emblema “una cruz griega de color rojo sobre fondo blanco; en los países musulmanes, una media luna roja en vez de la cruz; en Irán un león rojo; en Japón un sol).

Posteriormente sus fines primitivos de atender a los heridos de guerra fueron ampliados (a raíz de la postguerra en 1919) para socorrer y ayudar a las víctimas civiles de las guerras, revoluciones y catástrofes; recoger y proporcionar información sobre ellos y los desaparecidos, sin distinción de personas, nacionalidades, credos religiosos e ideologías políticas.

De la labor de la Cruz Roja Internacional todo el mundo sabe a través de sus múltiples y valiosas intervenciones en todo lugar y ante todo riesgo (2).

EN SAN SEBASTIÁN
El 16 de noviembre de 1917, el periódico “La Voz de Guipúzcoa” de San Sebastián anunciaba un nuevo curso para Damas Enfermeras. Decía así:

Cruz Roja. El primer lunes del próximo mes de Diciembre, darán comienzo los cursos teóricos para enfermeras de la Cruz Roja, en el Hospital San Antonio Abad de esta ciudad, bajo la dirección de los señores doctores de este benéfico establecimiento. A las señoras y señoritas que deseen ser enfermeras, se les ruega tengan a bien inscribirse a la mayor brevedad, en el domicilio de la secretaria, señorita Pilar Jordán de Urríes. Prim 14 (3).

FOTO 007 Damas donostiarras apoyaban con cuestaciones a la Cruz Roja 1918

1918, Noviembre, Calle Matía. Una Villa “María” no rica. Una habitación acoge 8 camas. Otras solamente una. Dos médicos, doctores Luis Egaña y Modesto Huici. Tres Hermanas de la Caridad, un enfermero y una interina. Ya funciona en San Sebastián la Cruz Roja.

La benemérita organización cumplía en nuestra ciudad sus fines de forma apacible. Pero llegó la guerra de África. La Reina María Cristina movilizó el Casino (foto 006) y allí se montaron setenta camas. La ciudad prestó su apoyo. Damas de la alta sociedad unieron sus esfuerzos a los humildes de siempre. Allí estaban en esfuerzo diario muchas mujeres donostiarras, y entre ellas dos Hermanas de la Caridad que estuvieron en la fundación y que aún prestan sus servicios cincuenta años después. Se trata de Sor Juana Lapeira y Sor Dionisia Echeverría.

Este es el historial “puede decirse tal de una vida llena de sacrificio, abnegado y silencioso de verdad, oculto en el cumplimiento del gran deber que una tiene hacia si mismo y sus creencias” de Sor Juana Lapeira.

Trabajo constante en aquella pequeña y pobre villa de la calle Matía. Cuando el hospital fue ampliado, trabajó en las caballerizas del palacio de Miramar para dejar en un día todo limpio. A los tres días la labor de limpieza permitía que se pusieran de servicio noventa camas para los enfermos de paludismo que llegaban de África en busca de curación. “En aquellas tareas de limpieza había treinta mujeres que hicieron el trabajo de setenta por poco jornal”. Trabajó en Chillardegui para abrir una dependencia capaz para veintitrés camas. Y así, día tras día…

FOTO 008 Damas Enfermeras de la Cruz Roja, San Sebastián 1937

Y llegó 1936. Sor Juana Lapeira apenas fué trasladada a Oña a montar un hospital de emergencia con 1.150 camas. Con ella viajan cuarenta enfermeras salidas de las familias más conocidas de la ciudad. También van veinte Hermanas de la Caridad. Y el trabajo queda organizado y el hospital presta sus servicios. Y así, día a día…

Hoy, “Sor Juana Lepeira –nacida en Azpeitia– continúa en su trabajo, cincuenta años después. Y no se cansa. Nunca dice que está cansada. A las cinco de la mañana ya está en pie. A las siete ya está visitando a sus enfermos. Sabe todo de cada uno de ellos. Y prepara sus comidas, sus medicinas, sus ropas... Es un constante amor a Dios, amor al prójimo”.

Sor Dionisia Echeverría, también nacida en Azpeitia, supo de todos los trabajos difíciles de la Cruz Roja en sus horas difíciles al comienzo y en las muchas áreas motivadas por la desgracia. Y sigue al ‘pie del cañón’, del cañón más pacífico y útil que existe, sin cansarse porque la alegría del deber cumplido da alas a los pies. Ella hace un trabajo sencillo, según opina. “También entre los pucheros se encuentra a Dios decía Santa Teresa”. “Y entre los pucheros encuentra Sor Dionisia a Dios momento a momento”. La Reina María Cristina siempre se acordaba de aquella cocinera. Hoy, desde las 7 de la mañana hasta las dos de la tarde, su tarea es constante. Como lo fue ayer, cada día. Sor Dionisia cocina para treinta personas. Y después de las dos va a preparar la cena. Otra vez los pucheros…

Sor Juana Lapeira y Sor Dionisia Echeverría han cumplido y cumplen. Pero precisan del reconocimiento ciudadano en estos cincuenta años de aniversario (4).

Así terminaba el artículo del Diario Vasco en la página 11 del día 29 de noviembre de 1968.

FOTO 009 Artículos del Diario Vasco de San Sebastián. 1968 y 2013

En el artículo del Diario Vasco del viernes 29 de noviembre de 2013 y firmado por el periodista Mikel G. Gurpegui, hace un recordatorio de estas magníficas enfermeras que lo dieron todo por un ideal.

1918 Cincuenta años después continuarían en activo dos hermanas de la Caridad, Juana Lapeira y Dionisia Echeverría

La sección donostiarra de la Cruz Roja nació hace 95 años. De ello vamos a hablar, pero con un salto intermedio en el tiempo, que nos ha gustado la forma en que contaban sus inicios y la vida de dos de sus impulsoras en la edición de DV del 29 de noviembre de 1968, cuando se cumplía el cincuentenario de la entidad.

«1918. Noviembre. Calle Matía. Una villa no rica. Una habitación acoge ocho camas. Otras solamente una. Dos médicos, doctores Egaña y Huici. Tres Hermanas de la Caridad, un enfermero y una interina.

Ya funciona en San Sebastián la Cruz Roja». «La benemérita organización cumplía en nuestra ciudad sus fines de moda apacible. Pero llegó la guerra de África. La reina María Cristina movilizó el Casino y allí se montaron setenta camas. La ciudad prestó su apoyo. Damas de la alta sociedad dieron sus esfuerzos a los humildes de siempre. Allí estaban en esfuerzo diario muchas mujeres donostiarras, y entre ellas las Hermanas de la Caridad, que estuvieron en la fundación y que aún prestan sus servicios cincuenta años después.

FOTO 010 Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián 1951

Se trata de Sor Juana Lapeira y Sor Dionisia Echeverría». «Este es el historial –¿puede decirse tal de una vida llena de sacrificio, abnegado y silencioso de verdad, oculto en el cumplimiento del gran deber que uno tiene hacia sí mismo y sus creencias?– de Sor Juana Lapeira».

«Trabajo constante en aquella pequeña y pobre villa de la calle Matía. Cuando el hospital fue ampliado, trabajó en las caballerizas del palacio de Miramar para dejar en un día todo limpio. A los tres días, la labor de limpieza permitía que se pusieran al servicio noventa camas para los enfermos de paludismo que llegaban de África en busca de curación.

“En aquellas tareas de limpieza había treinta mujeres que hicieron el trabajo de sesenta por poco jornal”. Trabajo en Chillardegui para abrir otra dependencia capaz para veintitrés camas. Y así, día a día...».

«Y llegó 1936. Sor Juana Lapeira fue trasladada a Oña a montar un hospital de emergencia con 1.150 camas. Con ella viajan cuarenta enfermeras salidas de las familias más conocidas de la ciudad. También van veinte Hermanas de la Caridad. Y el trabajo queda organizado y el hospital presta sus servicios. Y así, día a día...».

FOTO 011 Fin de Curso Damas de la Cruz Roja San Sebastián 1965. 5ª por la izquierda Pepa Urdampilleta

En 1968 decían que «hoy, Sor Juana Lepeira –natural de Azpeitia– continúa en su trabajo, cincuenta años después. Y no se cansa. Nunca dice que está cansada. A las cinco de la mañana ya está en pie. A las siete ya está visitando a sus enfermos. Sabe todo de cada uno de ellos. Y prepara sus comidas, sus medicinas, sus ropas... Es un constante amor a Dios, amor al prójimo».

«Sor Dionisia Echeverría, también nacida en Azpeitia, supo de todos los trabajos difíciles de la Cruz Roja en sus horas difíciles al comienzo y en las muchas áreas motivadas por la desgracia. Y sigue al ‘pie del cañón’, del cañón más pacífico y útil que existe, sin cansarse porque la alegría del deber cumplido da alas a los pies (...)».
Mikel Gurpegui (5).

FOTOGRAFÍAS
Fotos archivo fotográfico Manuel Solórzano
Fotos: 4, 5, 6 y7 Fotos cedidas por Kutxateka.
Foto 8 Cedida por Elena Labayen Berdonces
Foto 9 Diario Vasco de San Sebastián
Foto 10 Cedida por Mercedes Alustiza Ugarte y Teresa Artiz
Foto 11 Cedida por Pepa Urdampilleta Lasa
Foto 12 Cedida por Javier Labayen Berdonces
Foto 13 Manuel Solórzano


FOTO 012 El Gran Casino de San Sebastián, Hospital de Sangre. Damas Enfermeras de la Cruz Roja, 1934, 1935, 1937

AGRADECIMIENTOS
Frantxi López Landache. Biblioteca Koldo Mitxelena
Raúl Expósito González
Mikel G. Gurpegui. Periodista
Kutxabank y Kutxateka
Elena Labayen Berdonces
Diario Vasco de San Sebastián
Mercedes Alustiza Ugarte y Teresa Artiz
Pepa Urdampilleta Lasa
Javier Labayen Berdonces
Unidad de Infecciosos del Hospital Universitario Donostia

FOTO 013 Premio concedido en la XVIII Cena Anual de Navidad, de Diplomados de Enfermería del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa, celebrado en el Hotel de Londres e Inglaterra el día 20 de Diciembre de 2013. Supervisora Puri Tena

BIBLIOGRAFÍA
(1) Nicasio Landa y Álvarez del Carvallo (11/X/1830 - 11/IV/1891) nació y falleció en Pamplona. Fué médico militar y es principalmente recordado por haber asistido en Ginebra, junto con Joaquín Agulló, VI Marqués de Ripalda, el 25 de octubre de 1863 a la fundación de la “Sociedad Universal de Socorro a Militares Heridos en Campaña”, que luego se conoció como “Cruz Roja Internacional”. El 5 de julio de 1864 funda en Pamplona la “Cruz Roja Española” que intervendrá en la atención a los heridos en la batalla de Oroquieta, el 4 de mayo de 1872 durante la III Guerra carlista. Landa fue un precursor de lo que serían los derechos humanos y merece atención como etnógrafo pionero, así como notable epidemiólogo. Médico Oficial de epidemias de Navarra, afrontó la del cólera (1854 - 55) y como especialista de la fiebre amarilla en Canarias en 1863.

(2) Capítulo 1º, del libro del fondo de Reserva de la Biblioteca de San Sebastián Koldo Mitxelena: EL CONSULTOR DE LA DAMA ENFERMERA. Elena Sánchez de Arrojo. Con prólogo del Dr. Calatraveño. 2ª edición. Guadalajara. Imprenta del Colegio de Huérfanos de la Guerra 1920.

(3) El 16 de noviembre de 1917, el periódico “La Voz de Guipúzcoa” de San Sebastián anunciaba un nuevo curso para Damas Enfermeras.

(4) Artículo del Diario Vasco en la página 11 del día 29 de noviembre de 1968, titulado: Cincuenta años de la Cruz Roja donostiarra.

(5) Artículo del Diario Vasco del viernes 29 de noviembre de 2013 y firmado por el periodista Mikel G. Gurpegui, titulado: 1918 Cincuenta años después continuarían en activo dos hermanas de la Caridad, Juana Lapeira y Dionisia Echeverría.

AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Colegiado 1.372. Ilustre Colegio de Enfermería de Gipuzkoa
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)

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