domingo, 8 de noviembre de 2015

MARY ANN BALL DEFENSORA DE LOS DERECHOS DE LOS SOLDADOS



MADRE BICKERDYKE

Las Enfermeras Voluntarias
Un gran número de hombres y mujeres laicos se ofrecieron como enfermeros voluntarios durante la Guerra de Secesión americana. Muchos de ellos destacaron como líderes y tuvieron una gran influencia en la enfermería de su tiempo. Todos proporcionaron un servicio compasivo a los soldados durante esas épocas de necesidad. Llevaron esperanza a los que habían sido abandonados y dieron fe a los que desesperaban. Cuidaron a los enfermos y heridos y consolaron a los moribundos. La mayoría eran jóvenes y principiantes, pero sus esfuerzos tuvieron un efecto positivo entre las tropas (1).

FOTO 1 Mary Ann Ball o Madre Bickerdyke. Batalla de Fort Donelson

La Guerra de Secesión es la mayor tragedia de Norteamérica, cuyas heridas no se han cicatrizado ni aun con el bálsamo de todo un siglo; de todas formas, es una tragedia iluminada por nombres nobles tanto del norte como del sur. América perderá una herencia preciosa si alguna vez permite que estos nombres caigan en el olvido. Nuevas formas y nuevos nombres llaman nuestra atención desplazando a los viejos. De vez en cuando, las hojas verdes deberían entrelazarse con los laureles marchitos de los enfermeros de la Guerra de Secesión. (2).

La “MadreBickerdyke perteneció a esta saga. Su chal de frazada, su vestido de percal y su bonete tipo Shaker eran indicativos de su estilo pionero y han pasado a formar parte indisoluble de un período de la historia americana. Los soldados le pusieron el sobrenombre de “Madre” como término afectuoso que expresaba su gratitud. Mary Bickerdyke era una viuda de Galesburg, Illinois, con una formación media y dos hijos pequeños cuando respondió a la llamada de ayuda para paliar los efectos de la guerra.

Mary Ann Ball nace el 19 de julio de 1817 en el condado de Konx en Ohio y fallece en Kansas en 1901. Sus padres Hiram y Annie Rodgers Ball. Fue criada por sus abuelos, ya que su madre murió cuando ella era joven. Casada con Robert Bickerdyke en 1847. Vivieron en Cincinnati hasta 1856. Él falleció en 1859 justo dos años antes de que comenzara la Guerra Civil. Tuvieron dos hijos.

Se matriculó en el Oberlin College, una de las pocas instituciones de educación superior abierta a las mujeres en ese momento en los Estados Unidos, pero no se graduó. Al salir de Oberlin, Bickerdyke se convirtió en una enfermera. Ella ayudó a los médicos en Cincinnati, Ohio, durante la epidemia de cólera de 1837. Diez años más tarde, se casó con Robert Bickerdyke. María Bickerdyke continuó trabajando como enfermera para mantener a sus dos hijos pequeños.

FOTO 2 En el aula de una clase de formación de enfermeras. Illinois

Su padre espiritual, Henry Ward Beecher, había hecho un llamamiento a algunas mujeres de su congregación para que acudieran a los hospitales del gobierno y a los campos de batalla para cuidar a los enfermos y heridos. Realizó un curso de homeopatía impartido por el Dr. Samuel Hahnemann y recibió la graduación de doctora en Botánica Médica (3).

Se trasladó a Galesburg en Illinois donde trabajó como médica botánica y trabajó principalmente con medicinas alternativas, el uso de las hierbas y las plantas. Comenzó a ir a la “Iglesia Congregacional de Galesburg”, cuando se quedó viuda. No fue una enfermera como las demás.

En la Guerra Civil fue una enfermera que no dejó que nadie se interpusiese en su camino, tenía las ideas muy claras de lo que debía realizar. Sus soldados heridos le empezaron a llamar “Madre Bickerdyke”. Cuando discutía con los médicos y cirujanos les contestaba: “Por la autoridad del Señor Dios Todopoderoso” ¿Hay alguien superior a él? En realidad su reputación provenía de su trabajo en la Comisión Sanitaria y su gran popularidad entre los soldados heridos.

Ella con un amigo suyo y el Dr. Woodward escribieron a su casa una carta contando como estaban los hospitales militares: sucios, caóticos, sin material y sin medicinas. Esta carta fue leída en voz alta en su iglesia para los ciudadanos de Galesburg. Recaudaron más de 500 $ en suministros y ella misma se encargo de llevarlos para que llegasen a su destino.

Cuando conoció a María Livermore que fue nombrada agente de campo para la rama noroeste de la Comisión sanitaria, se hizo muy amiga de ella y le ayudó en el cuidado de sus dos hijos en Beloit, Wisconsin mientras ella se hacía cargo en el frente de la organización de los hospitales en esta guerra tan cruel. Mientras sus hijos se quedaron a cargo de maría en Beloit, ella permaneció en El Cairo como enfermera, ganándose la confianza del general Grant por su buen hacer en la atención de los heridos y en la organización de los hospitales de campaña. Organizó el tren para los soldados heridos y su traslado a los hospitales. Mientras el ejército se movía por el Missisipi, ella iba creando hospitales donde eran necesarios.

Durante las batallas, Bickerdyke comúnmente arriesgó su propia vida mediante la búsqueda de los soldados heridos. Una vez que caía la noche, se llevaría una linterna en la zona en disputa entre los dos ejércitos en competencia y recuperaba a los soldados heridos. Ella estuvo presente en la batalla de Shiloh, la campaña de Atlanta, y muchos otros compromisos.

Más tarde se unió como enfermera en el hospital de campaña en Fort Donelson, trabajando codo con codo con Mary J. Safford. Mary Ann Bickerdyke sirvió bajo el fuego enemigo en diecinueve batallas, desde Fort Donelson, en Tennessee, hasta Savannah, en Georgia. Organizó cocinas dietéticas, lavanderías y un servicio de ambulancias. Supervisó al personal de enfermería y distribuyó provisiones. Por la noche solía caminar por los desolados campos de batalla por miedo a que quedara alguna persona todavía con vida. Fue tanto una heroína como una de las más grandes enfermeras de la Guerra de Secesión. Eran muchas las historias que se contaban sobre sus hazañas.

Ella se dio perfectamente cuenta que en los hospitales de campaña carecían de servicios de lavandería, ella empacó toda la ropa sucia y la ropa de cama que eran utilizados por los soldados heridos, mandándola limpiar y añadiendo desinfectantes y lo envío todo por tren a Pittsburg para que fuese limpiado y arreglado por las personas que componían la Comisión Sanitaria de Chicago. Pidió a sus compañeros y compañeras de Chicago que enviasen suministros, lavadoras, calderas portátiles, etc. Para la organización y limpieza de los hospitales de campaña. Ayudó a los esclavos a que fuesen libres y les contrató para que proporcionasen servicios sanitarios en las lavanderías que había montado en los hospitales de campaña.

Después de servir como enfermera en el Fuerte Donelson, fue nombrada madrina en Gayoso en el Hospital de Memphis. Gayoso tenía 900 pacientes, incluidos 400 nativos americanos. Igual que había realizado anteriormente la Madre Bickerdyke contrató a antiguos esclavos de Gayoso para trabajar en sus hospitales.

FOTO 3 Confederados 1861. Mary Ann Ball

También se tuvo que enfrentarse al director médico del Hospital que había despedido a los esclavos que habían ayudado a proporcionar atención y alivio a los pacientes heridos del hospital. Cuando se enteró y después de cenar visitó al general Hurlbut que le dio una orden por escrito para poder mantener a sus empleados esclavos para el cuidado de los soldados heridos. También le dieron dinero para la adquisición de vacas y gallinas para proporcionar productos lácteos para los pacientes ingresados en el hospital.

El general Hurlbut reservó “Isla del Presidente” para sus pastos, para los empleados esclavos y para el cuidado de los animales.

Mary Ann Bickerdyke también trabajó estrechamente con Eliza Emily Chappell Porter de Chicago donde trabajaba en la rama de la Comisión Sanitaria de Estados Unidos. También trabajó en el primer barco hospital. Durante la guerra fue nombrada jefe de la enfermería bajo el mandato del general Ulysses S. Grant y sirvió en la Batalla de Vicksburg. Como jefa de enfermeras Mary Ann a veces deliberadamente ignoraba el procedimiento militar y el personal del general Grant se quejó de su comportamiento.

Cuando se lo comentaron al general William T. Sherman, éste levantó  las manos y exclamó: “Ella me supera. No puedo hacer nada en este mundo”. Éste reconoció que Mary Ann era una de sus mejores generales y un grupo de oficiales se refería al hablar de ella que era como una Brigada de Comandantes. Sherman reconoció que a él personalmente le gustaba el trabajo de esta enfermera voluntaria que siguió al cuerpo del ejército en toda su andadura, creando hospitales por donde pasaban.

Así creó el hospital de campaña del Decimoquinto Cuerpo del Ejército en la Batalla de Missionary Ridge, donde ella actuó sola durante cuatro semanas atendiendo y curando a los heridos.

Al finalizar la guerra la “Madre Bickerdyke” con la ayuda de la Comisión Sanitaria de Estados Unidos, había construido más de 300 hospitales y había curado y atendido a los soldados heridos en 19 campos de batalla. Ella era muy querida en todo el ejército pero sobretodo por los soldados rasos por los que ella luchó tanto en su vida de enfermera. Cuando ella aparecía era vitoreada por los soldados levantándoles la moral. Al finalizar la guerra y a petición del Dr. Sherman, encabezó cabalgando en su caballo a la cabeza del XV Cuerpo del Ejército.

Mary Ann fue sin duda una de las mujeres más capaces y queridas entre las que atendieron a las víctimas de dicha guerra: enfermos, heridos y moribundos. Un cirujano del ejército dijo de ella. “Es una mujer grande, fuerte como un hombre, músculos de hierro, nervios de acero, sensible pero segura de sí misma; lo hace todo por los demás, nada por ella”.

Al mirar desde su tienda a medianoche, un oficial observó una luz tenue que iba centelleando de aquí para allá en el campo de batalla abandonado; tras superar la extrañeza momentánea, envió a su sirviente a averiguar lo que sucedía. Era la “Madre” Bickerdyke con una lámpara. Agachándose entre los muertos y volviendo sus fríos rostros hacia sí, los examinaba solícitamente, con desasosiego por si quedaba alguno susceptible aún de ser cuidado. No podía descansar mientras pensase que se podía haber descuidado a un soldado con vida (4).

Mary Ann Bickerdyke fue sin duda la amiga del soldado. Luchó con especial ahínco por los derechos y bienestar del soldado raso. Sus esfuerzos fueron reconocidos por el gobierno en la botadura del barco hospital SS Mary Ann Bickerdyke en 1943 en Richmond, California.

Los generales Ulysses S. Grant y William T. Sherman admiraban a Bickerdyke por su gran valentía y por su profunda preocupación por los soldados. Ella también se ganó una buena reputación por denunciar a los oficiales que no podían mantener a sus hombres. Para ayudar a los soldados, Bickerdyke dio numerosos discursos en toda la Unión, describiendo las difíciles condiciones que pasaban los soldados experimentados y veteranos. Ella también solicitó contribuciones para la población civil. Los soldados apodaron con el nombre de “Madre Bickerdyke” por su constante preocupación por ellos. El general Sherman preguntó a Bickerdyke si quería participar en el gran desfile en la capital del país después de acabar la Guerra Civil. Ella encabezó a caballo el desfile del XV Cuerpo del Ejército por la Avenida Pennsylvania. Sherman le ofreció a Bickerdyke un asiento en la tribuna cuando el desfile pasaba, pero Bickerdyke negó. Ella prefirió repartir agua a los soldados cansados después del desfile.

Después de terminar la Guerra Civil trabajó en muchos sitios entre ellos en el Hogar de los sin techo. Con la ayuda del coronel Charles Hammond ayudó a 50 familias de veteranos de guerra. Ayudó a conseguir los papeles y las pensiones a los soldados rasos veteranos de la guerra que tenían problemas legales. También trabajó para el Ejército de Salvación. En California fue elegida como la primera presidenta de Lyon del Socorro del Cuerpo de la mujer, ella se negó; pero en las listas de miembros aparece como miembro fundador.

FOTO 4 Generales Ulysses S. Grant y William T. Sherman

Con la conclusión de la Guerra Civil, Bickerdyke siguió prestando asistencia a los veteranos de la Unión. Les prestó asistencia jurídica a los veteranos que buscaban una pensión del gobierno federal. Ella también ayudó y contribuyó a las pensiones fuesen seguras y dignas para más de trescientas mujeres enfermeras. Bickerdyke no recibió una pensión hasta la década de 1880. Eran sólo veinticinco dólares al mes. Bickerdyke se trasladó a Kansas después de la guerra, donde ayudó a los veteranos a establecerse y comenzar una nueva vida.

Ella consiguió una donación de diez mil dólares de Jonathan Burr, un banquero, para ayudar a los veteranos a obtener tierras, herramientas y suministros. También convenció al Chicago, Burlington, y Quincy ferrocarril para proporcionar transporte gratuito para todos los veteranos de la guerra con la esperanza de establecerse en Kansas. Debido a los esfuerzos de Bickerdyke, el general Sherman autorizó a los colonos a usar vagones del gobierno y los equipos para el transporte de las pertenencias de los veteranos a sus nuevos hogares.

Bickerdyke permaneció en Kansas durante la mayor parte del resto de su vida. Se acomodó en Salina, Kansas, donde abrió un hotel. Siguió luchando por los derechos de los veteranos de la guerra. Se mudó brevemente a Nueva York, antes de regresar a Kansas con sus dos hijos. Bickerdyke se trasladó posteriormente a California, con la esperanza de que un cambio de clima restaurara su deterioro de la salud. Se instaló en San Francisco, donde aceptó un puesto en la Casa de la Moneda de Estados Unidos. Bickerdyke finalmente regresó a Kansas, donde murió el 8 de noviembre de 1901. Fue enterrada en Galesburg, Illinois (5).

FOTO 5 Bickerdyke Memorial in Galesburg, Illinois

Mary Ann Bickerdyke se retiró a Bunker Hill en Kansas para vivir con su hijo falleciendo en 1901 y fue enterrada en el cementerio de Galesburg.

Clara Barton escribió un poema titulado “Las mujeres que fueron al campo de batalla” y con él honró la memoria de Mary Ann Bickerdyke, Cornelia Hancock, Dorothea Dix, María Livermore y Anie Etheridge.

Se han erigido estatuas en Galesburg en Illinois y en Mount Vernon. Hay un barco hospital y un buque de la libertad llamados “María Bickerdyke” y un puente elevado llamado “Puente Bickerdyke”.

CONCLUSIONES
Ayudó a construir más de 300 hospitales durante la Guerra Civil para ayudar a los soldados enfermos y heridos.

A las noches recorría los desolados campos de batalla por miedo a que quedara algún soldado con vida, para rescatar y curar a los soldados heridos y llevarlos a los hospitales.

Elogiada por los generales Ulysses S. Grant y William T. Sherman por su valentía y su gran preocupación por los soldados.

Después de terminar la Guerra de la Unión, ayudo a las enfermeras y a los soldados veteranos a conseguir sus pensiones.

Mary Ann Ball era conocida como “Madre Bickerdyke”, porque fue la enfermera de los soldados durante la Guerra Civil Americana.

Fue tanto una “Heroína” como una de las “Más Grandes Enfermeras” de la Guerra de Secesión.

Luchó con especial ahínco por los derechos y bienestar del soldado raso.

BIBLIOGRAFÍA
1.- Historia de la Enfermería. M. Patricia Donahue. Versión española de la obra original “Nursing. The Finest Art. An Illustrated History”, publicada por The C. V. Mosby Company. B-24.474-99
2. Robinson, 1946; página 207
3.- Backer, 1952
4.- Baker, 1952, página 11
5.- Mary Ann Bickerdyke. Civil War
Fotos: Sacadas de internet

Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)

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