domingo, 6 de mayo de 2018

LA TRANSFUSIÓN DE LA SANGRE, SIMPLICADA 1918


La frecuencia de las hemorragias arteriales graves, desde el comienzo de la guerra, ha llevado a los cirujanos a practicar la transfusión sanguínea en numerosísimos casos. Pero las técnicas usuales no tenían nada de sencillas. Exigían circunstancias de calma, de tiempo y de personal, difíciles de reunir en las urgencias de la línea de batalla.

De ahí que las transfusiones directas según los métodos Carrel, Tuffier, Guillot y Dehelly, no fueran empleadas sino por contados operadores.

FOTO 1 Un cirujano practicando la transfusión de la sangre por el antiguo método

Y como el uso de los tubos de plata parafinados no facilitaran grandemente la transfusión, hiciéronse diversas tentativas para mejorar la técnica, debiéndose mencionarse entre ellas las de Blechmann, Di Chiara y Rosenthal.

Un cirujano francés, M. Jeanbrau, tuvo la fortuna de hallar la solución más sencilla y práctica, partiendo de los dos principios siguientes. Utilizar la sangre venosa fácil de ser procurada al nivel de las venas del antebrazo, hacer incoagulable la sangre durante la entera operación, adicionándole citrato de sosa.

El Dr. Jeanbrau ha llegado a establecer una técnica simple, rápida e inofensiva para el donante, al alcance de cualquier cirujano por su extrema sencillez, y en absoluto precisa en cuanto permite medir exactamente la cantidad de sangre transfusionada.

Hácese la operación con ayuda de un recipiente de cristal de forma cilíndrica, y de 500 centímetros cúbicos de cabida. El recipiente termina en uno de sus extremos por un afilado pico en ángulo recto, cuyo orificio terminal se encuentra cortado en bisel.

FOTO 2 Transfusión de la sangre por el nuevo método Jeanbrau

Este pico se halla destinado a penetrar directamente en la vena. En el otro extremo cierra el aparato un tapón de caucho, al que se adapta un tubo de la misma materia, provisto de aspirador, análogamente a lo que ocurre en el termocauterio.

Es muy importante esterilizar bien el recipiente de cristal, lavándolo después interiormente con una pequeña cantidad de la solución de citrato de sosa al 10 por 100, también esterilizada.

Inmediatamente se echan en el vaso de 25 a 30 centímetros cúbicos de dicha solución, si han de extraerse 500 de sangre, y 15 si son sólo 250.

Los 500 centímetros cúbicos de sangre son recogidos en tres minutos aproximadamente, e inyectados en otro tanto tiempo.

Cuando la cantidad de sangre mencionada parece insuficiente, se puede elevar hasta 750 centímetros cúbicos, tratándose de un donante robusto.

Para evitar todo riesgo de coagulación, ha de verterse de vez en cuando algunas gotas de solución citratada en las incisiones, lo que permite operar en un verdadero campo anticoagulante.

No hemos de entrar en detalles técnicos que se opondrían al carácter meramente informativo de estas líneas.

Basten las ilustraciones adjuntas para dar idea del invento del Dr. Jeanbrau, añadiendo que el autor lleva practicadas hasta ahora más de sesenta transfusiones con excelente éxito. A. R.

BIBLIOGRAFÍA
Mundo Gráfico, 10 de abril de 1918, página 13

AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)

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